Reseña

La prosa poética de Orietta Lozano se articula con la aparición de poemas, epígrafes, epístolas y fragmentos de un diario; todo en pos de la búsqueda de una memoria o, al parecer, en la construcción de una nueva. Felicia tiene un ojo puesto en el microscopio de su alter ego Berenice y otro en el telescopio de su tiempo. El olvido también puede ser una virtud, una potencia. El tiempo de la novela no transcurre de una manera absolutamente lineal, el avance de los días o el retraso de las noches están mediados por lo que se recuerda, se olvida y se busca. La falta de un pasado le dará un nombre y una historia nueva. ¿Qué es el olvido? ¿Una conciencia superior que nos dicta con voz propia? ¿O una semilla ajena sembrada para hacernos creer lo que no hemos vivido?



SAÚL ANTONIO MUNÉVAR



Contemplo una gacela violeta, piedras que florecen, ángeles de arena. Me invade la luz que proyectan tus palabras. Me hundo en el vértigo, entro en esos mundos y paisajes interiores que brotan de estas páginas de manera tan natural, tan vertiginosa, como cataratas simultaneas que se precipitan para llover, golpear, traspasar las dimensiones del ser. Felicia, Irene, Berenice, Alejandra, Ana, Arturo, Jerónimo, Silencio… Cada uno ha sido esculpido en el agua, en el aire, con la materia de los sueños.



LUZ HELENA CORDERO



Haciendo de cada página un recorrido por territorios fantásticos, a veces, tan reales como la piedra suspendida en la noche de los sueños, nos lleva a habitar en las regiones de la enajenación y la memoria. Como en una suerte de escritura de la percepción, la autora nos conduce por una senda luminosa de seres, con una impecable destreza sobre la oculta condición humana, su orfandad, su desvarió y su obstinada forma de mantener encendida esa vela…



LILIAN SILVA