Reseña

¿Quién para hablar de mi obra dramática, que el autor mismo, al no encontrar quien opinara de mi texto? Sin pretender adularme, sin importancia personal, quiero expresar algunas ideas sobre mi producción dramatúrgica.

Nace fundamentalmente por la necesidad de decir y opinar sobre mi entorno social. Es mi escritura dramática, el resultado de una práctica escénica continua desde hace 40 años. La mejor manera de escribir es hacer. Mi proyecto dramático escrito gira en torno a personajes marginados, lumpen proletarios, desclasados, sin importancia, invisibles, seres sin interés para nadie. Trató de visibilizarlos en lo que escribo, les doy luz y sombra en un mundo oscuro, donde son protagonistas de su propia miseria: Malevos, ladrones, travestis, suicidas, abandonados, huérfanos, desdichados, enamorados, burlados, pobres, enfermos, traidores, jibaros, asesinos, violadores, policías, traquetos, mentirosos, desplazados, desesperanzados, asesinados, farsantes, gente invisible en medio de la multitud, antihéroes y soñadores. Personajes siempre en peligro de muerte, orando para que termine la escena, y acabe sus angustias de vivir.

Hago una dramaturgia contemporánea de la problemática de mi en-torno de la ciudad de Medellín. Allí, desarrollé mi proyecto artístico a la luz de Teatro El Fisgón (1986-2015), en la actualidad desde Carta-gena de Indias (2016-2023). Mi poética la caracteriza una escritura cercana a un guion de cine, personajes realistas de la vida real, sin adornos, sin artificios, naturales y muchas veces hiperreales. Una escritura concreta, precisa, de síntesis, y sobre todo humana. Trato de conmover desde los sentimientos, desde la emoción real de los seres vivos, desde la piel. Soy la voz de los que no tienen voz, soy la memoria de los que han perdido la memoria, o de los que no están entre nosotros acompañándonos en este dolor de vivir. Mi obra es un testamento de amor por los que nunca tuvimos nada. Vivo en un mundo de crisis, soy un autor que vive en crisis, son mis personajes seres que nacen, crecen, viven y mueren en crisis.

Son mis obras fragmentos recurrentes de los mismos temas, desde la primera obra, Mi Barrio, Historia De Un Amor, hasta la última, Alzheimer (De La Mano Del Silencio y El Olvido). El punto de vista de mis obras, son desde el que no tiene punto de vista, desde el que fue silenciado, del desahuciado, del que a nadie le importó, porque al ser escuchado, sería evidenciar la miseria del que no quiere escuchar. Soy la voz de esos ángeles que fueron expulsados del paraíso, y que los creyentes los han hecho los nadie. Somos la esperanza del mundo.

Mis personajes huelen mal, a mugre, a sudor, a locura, a sexo, a orines, a sangre, a abandono, a desesperanza, a odio, a violencia, a caos, a lamento, a llanto, a frustración y a suicidio. Son personajes sobreviviendo en este mar de injusticia y abandono, inscritos en un vivir absurdo, donde para salir de ese hueco, no han inventado todavía la escalera de ascenso a esta tragedia. Son islas flotantes buscando una acción, para asirse y existir en el sueño de una obra de teatro.

Héctor Lorza