ColombiaColombia
Detalle
ISBN 978-958-49-9680-0

300 aforismos

Autor:Jaramillo Valdés, René Alfonso
Editorial:Jaramillo Valdes, René Alfonso
Materia:801 - Filosofía y teoría de la literatura
Clasificación Thema::F - Ficción y temas afines
Público objetivo:General / adultos
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Próxima aparición
Publicado:2023-05-24
Número de edición:1
Número de páginas:110
Tamaño:13x18cm.
Precio:$25.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

“Cuando las palabras guardan su brillo en el significado quienes las nombran irradian luces”, dice uno de los personajes de mis novelas al sentir que el diálogo va por un callejón sin salida y que la oscuridad que los espera en el regreso requiere de destellos significativos. Estas sentencias al leerlas por separado se convierten en rocas alineadas en el estanque que cruzan y del cual no ven la otra orilla. Ellos se han visto obligados a pensarlas, a decirlas, para no dejarse absorber de las penumbras y no morir en la escena. Los aforismos que eclosionan en las conversaciones podríamos compararlos con avisos rutilantes que pueden leerse desde colinas que los lectores conquistan, donde descifran el poder distante de sus mensajes y alcanzan a contemplar las vicisitudes y alegrías que les concedió el viaje. Éstos, además, poseedores de las advertencias necesarias para continuar, acompañados de asombros, lo que falte del camino.
Confieso que no pretendo escribir aforismos para engalanar con sutilezas algunas metáforas. Siento que surgen como una de las maneras secretas de acercarme a los misterios en los que se fundamenta la realidad. Por ellos me adentro poseído de una convicción casi religiosa que me impele a seguir en la búsqueda de imposibles, porque sólo así las verdades que colindan los caminos motivan a persistir en el cumplimiento de los propósitos. Quizás esta exploración mística de las luces que se ahogan en las sombras defina, en parte, mi vocación de escritor. Cada palabra que se resguarda en su significado combate las tinieblas. Los pensamientos y sentencias de mis personajes son círculos iluminados que me hacen detener a repensar la dirección de la historia que escribo. Me siento, entonces, como ave peregrina que encuentra un árbol en medio del desierto y ve la ocasión para organizar su plumaje. Ese sosiego aprovechado en tierras inhóspitas siempre será pasajero, pero brinda la posibilidad de repensar lo que nos separa del destino final. Al mirar atrás nos convertimos en lectores de nuestras huellas y aprendemos a respirar con cada símbolo redescubierto.
Los aforismos o metaforismos, como los queramos llamar, conservan solemnidad, concisión, brevedad, multiplicidad y una insoluble relación entre el ser humano y su entorno. Están numerados según el orden de escritura. Van a la par con las lecturas de filósofos, novelistas y poetas, y con el proceso creativo. Por tal motivo no los reuní por temas u otras clasificaciones arbitrarias. Los primeros cien aforismos fueron publicados en año 2012, bajo el título de “Frases que ayudan a vivir y a mantenerse en constante cambio”. A todos ellos los arropa cierta solemnidad, porque nombran sutilmente aquello que está más allá, lo irreal, que nos suscita la intensa necesidad de materializar lo sentido a través del pensamiento, única forma de revelarlo y así propiciar el encuentro con su espíritu. El aforismo induce a la contemplación. Cuando intentamos observar la hondura del lago y la encontramos revestida de la pureza del asombro percibimos sus pulsaciones y se nos revelan reflejos de sus misterios. Por vericuetos como los mencionados discurren los personajes de mis novelas y cuentos. Por eso se inquietan y buscan adelantar las escenas entregándole a los lectores avisos rutilantes, sin temor a padecer el encadenamiento de Prometeo. Estos atajos, o aforismos, develan lo que en ellos hay de insondable, dejan de seguir lo indicado por su destino para descubrir puntos clave del viaje, dar descanso a su visión y contemplar con nueva mirada el horizonte.
La filosofía, en boca de mis personajes, consiste en dispersar infinidad de luminarias para no dejarse sorprender de aquellas sombras que quieren posicionar más temprano la noche. Considero que de esta forma deben leerse los aforismos que los personajes inventan para espiar la realidad que, a veces, los atosiga. Al desnudar las palabras ellos hallan voz a sus pensamientos y los guardan para volver tras sus huellas cuando los destellos, los vocablos, comiencen a agotarse o el ser humano, en la dura travesía, sienta que en cada día vivido la agonía desplaza la verdad que tanto indagaron. Cuando ocurra este agotamiento no quedará otra alternativa que ir a la colina a observar los avisos rutilantes, los resplandores. Los aforismos les darán la luz fina y precisa para calcular lo cerca o lejos que se halla el abismo y tendrán la oportunidad de arriesgarse al atajo que les muestre la salida de otro sol. De no alcanzar la iluminación deberán hospedarse en la mayor de las incertidumbres, aquella que no les dará opción de despedirse.
R.J.V.

Contáctenos:

Cámara del Libro. Calle 35 No.5A-05 / Tel. (571) 6017441231