Reseña

No hay cadena perpetua de muerte que valga en el cuidado y protección de nuestros niños. No hay leyes o legislaciones que devuelvan la inocencia de un infante abusado. Un inocente que cargara durante mucho tiempo de su vida -quizás durante toda ella- con el dolor y la tragedia del abuso.

Un niño que se creerá culpable en ocasiones, pero al que hay que enseñarle desde siempre, desde los espacios de sanación, que no tuvo la culpa y que el culpable siempre, siempre es y será el abusador.


Subrayo además la empatía con la que el autor del libro aborda el tema, cualidad que debe potenciarse cuando informamos sobre asuntos que afecten a la niñez, pues permite identificarse desde la dimensión humana con ese niño o niña, teniendo sumo cuidado, en el caso del abuso, de no abandonar el daño ya causado con la conducta delictiva.