Reseña

Sin estarlo buscando, tras veintidós años de obligada separación la promesa de volverse a encontrar se hizo realidad una noche de octubre gris en la esquina suroccidental de la carrea 15 con calle 76 de la ciudad capital de aquel país subcontinental. De este sus egregios mandatarios pregonaban que era el más feliz del mundo, pese al paisaje ebúrneo que por doquiera a todos asfixiaba. Para entonces, cada uno cargaba alforjas sociales contradictorias, pese a pertenecer a las más prestigiosas y ricas familias de aquella sociedad condenada a repetir una y muchas veces su tragicomedia nacional. Linajes de ignominia que los agobiaba desde niños, por lo cual intentaron dejar, cada uno por su cuenta y a su particular manera y acomodo. El rancio perfume de la nostalgia social contagió hasta la esencia de la flor de cera, para un final que aletarga el alma de los sensibles... ¡cada vez menos en aquella sociedad sinigual y siempre igual!