Experiencias colectivas de participación para la construcción de paz
Colaboradores: | Marín García, Nathali (Diseñador) Riveros Quintero, Mauricio (Fotógrafo) |
Necesitamos hacer la paz posible y para hacerla real, es imprescindible en nuestra vida colectiva garantizar la participación ciudadana como derecho, ejercicio y condición. La negación de la participación, el no reconocimiento de los sujetos sociales activos en los territorios y la nación como actores de decisión, el incumplimiento de lo pactado y la negación del diálogo como manera de construir país son razones que constituyen parte de la médula espinal de la guerra y el conflicto en Colombia. Por eso son también, claves para la paz.
Sujetos plurales habitan la ciudad en distintos contextos y desde sus particularidades, preocupándose y movilizándose por el bien común o por causas y apuestas específicas de la vida en Bogotá. Esto hace que contemos con múltiples actores que deben ser involucrados en las decisiones y diálogos y con una experiencia y creatividad social que tiene mucho que aportarle a lo que la ciudad y la región necesitan resolver, proponer y desenvolver. Ejercer la participación es afirmarla en la práctica como la condición vital para que sea posible la existencia de una sociedad con democracia eficaz, una sociedad en la que ninguna decisión sobre la gente, se toma sin la gente y en consonancia, una sociedad que agencia la pedagogía de la escucha, haciendo posible, incluso en el disenso, la valía de tensiones y diferencias como potencias creativas para construir propósitos comunes.
La pedagogía de la escucha, el diálogo y la concertación nacen del reconocimiento de una multiplicidad de voces en un horizonte común. Buscan posibilitar la conversación entre distintas expresiones sobre las realidades locales, necesidades y vitalidades ciudadanas. Para caminar hacia el beneficio colectivo debemos ser constructores de esas posibilidades de diálogo, de esa escucha, desde la práctica y el ejercicio de la participación ciudadana que contempla enraizar la consciencia de la corresponsabilidad común, frente al cuidado y la vida en colectivo, habitando esta casa nuestra que es la ciudad-región.
Pensar a Bogotá como una ciudad cuidadora, como una ciudad que hace posible la paz, empieza dinamizando en lo cotidiano esas nociones, propiciando la existencia y el fortalecimiento de redes de afectos y solidaridades construidas en comunidad, entendiendo que una Bogotá cuidadora es una Bogotá que ha logrado vincular en lo diario, acciones y reflexiones relacionadas con el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duraderay que ha reconocido, valorado y puesto en práctica de una nueva manera los aprendizajes y experiencias de tantos procesos sociales y liderazgos que hacen la paz real en sus territorios y con la gente. Pensar a Bogotá como una ciudad cuidadora, como una ciudad que hace posible la paz es también conectarse afectivamente con las realidades de la ciudadanía, de sus contextos barriales y veredales, a través de sus gestiones propias, de su autonomía, generando distintas apuestas para la resolución y transformación de conflictos, movilizando la solidaridad y la esperanza en los territorios que comparten. Buscando que sus voces sean escuchadas, tenidas en cuenta e interpeladas.
Este libro es una manera de reconocer los ejercicios de la gente en sus territorios, ejercicios de movilización y organización desde la autonomía, la organización y la movilización social, entendiendo las dificultades, pero también las potencialidades de esa gran capacidad de conversación e inspiración que las experiencias de participación para la construcción de paz que aquí se abordan, ponen en práctica. Organizaciones, instancias, redes y liderazgos que nos cuentan su caminar; la movilización, la creatividad social, el trabajo en común, la construcción cotidiana de ciudad, la incidencia y decisión sobre lo que se hace y sobre la vida: son participación.
Construir un Gobierno Abierto implica abrir el gobierno para la gente, involucra abrirse a la escucha y al diálogo, proponiendo un nuevo contrato social y ambiental para la Bogotá del siglo XXI que implique a su vez, en los territorios locales y de la ciudad - región, la generación de pactos a partir de mínimos comunes, como una alternativa pedagógica de escucha e interlocución que le aporte a la construcción de paz en la ciudad.
Las experiencias colectivas que nos comparten aquí sus trayectorias nos evidencian que es importante para la administración distrital interpelar las vitalidades de la gente en los contextos locales y cotidianos, fortaleciendo los mecanismos y capacidades de participación ciudadana para asegurar su incidencia y para ampliar la decisión ciudadana en lo público.
El actual Plan Distrital de Desarrollo se ha comprometido con la implementación del acuerdo de paz más allá de todas las dificultades, reconociendo en este nuevo tiempo cómo, desde los distintos lugares que ocupamos y habitamos siendo ciudadanas y ciudadanos, somos responsables de que realmente la paz sea posible y viable en su implementación.
Apostarle vitalmente a un continuo diálogo social y nacional en el que las ciudades resulten siendo escenarios diarios en la construcción de acuerdos y pactos, es urgente. Necesitamos hacer la paz posible y para hacerla real, debemos garantizar la participación ciudadana como derecho, ejercicio y condición. Estas experiencias de participación para la construcción de paz nos enseñan que ese aprendizaje es colectivo, que ha sido caminado y conversado, que hay mucha voluntad en la gente. La paz es también nuestra responsabilidad.