Reseña

A la otra, a Yaneth, es a quien le ocurren las cosas, yo camino por Chinú y me acelero, acaso muy rápidamente, sin detenerme a mirar el arco del parque central y el atrio de la iglesia. De Yaneth tengo noticias por las redes sociales, por los grupos de poetas donde tímidamente escribe. Me gusta el cine antiguo, las crónicas históricas, las obras de García Márquez, las tesis políticas y económicas, el dulce sabor de un helado y la semiótica de Umberto Eco. La otra comparte esas preferencias, pero de un modo un tanto vanidoso hasta convertirlas en cualidades de una actriz. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es adversa; yo vivo, yo me dejo vivir para que Yaneth pueda reflexionar su escritura, sus pensamientos, su poesía, y esos escritos son los que me justifican. Debo confesar que he logrado buenas páginas, pero esas páginas no me salvan, quizás porque lo bueno no es de ella o mío, tal vez de nadie, sino del lenguaje y de mi pueblo. Por lo demás yo estoy destinada a perderme para siempre, tal vez algo de mí quede en la otra. Paso a paso le voy entregando todo, me doy completa a ella, y soy testigo de su maniática forma de criticar y a la vez sensibilizar. Parménides concibió que las cosas antes que nada son, que los entes primordiales están siendo y que en consecuencia, el ser constituye la nota fundamental de los entes; la roca es y será roca en su esencia, el pájaro es y será pájaro en su esencia. Yo me quedaré en Yaneth, no en mí (si es que soy algo), aunque me reconozca cada vez menos en sus escritos o en la danza de una canción tradicional.

Hace años quise alejarme de ella y pasé de las reflexiones de los clásicos griegos a los juegos de versos poéticos melancólicos y realistas, pero esos juegos son de Yaneth y ahora tendré que idearme otras cosas. Así mi vida es una constante huida, así me pierdo, me voy al olvido o a la otra.

Ahora no sé si es Yaneth o yo quien escribe esta página.

Yaneth Álvarez
Autora