La construcción de cultura de innovación y emprendimiento, eje fundamental para el desarrollo de las regiones
Innovar y emprender son apuestas en el sentido de que se trata de invertir en algo cuyo retorno no es seguro, y si lo fuera, no sería inmediato. No obstante, en el emprendimiento hay un mayor nivel de
certidumbre sobre el retorno que en la innovación.
El psicólogo Daniel Kahneman, premio nobel de economía 2002, en su libro Pensar rápido, pensar despacio, se refiere extensamente a los sesgos que orientan nuestras decisiones, como cuando hacemos
apuestas. Uno de ellos, por ejemplo, dice que estamos más dispuestos a aportar 30 para ganar 100, o sea ganar 70, que a aportar 70 para ganarse los mismo 100, o sea ganar 30. Sesgo complicado, porque resulta de una idea que dificulta la innovación y el emprendimiento, que solo vale la pena apostar si el riesgo es menor que la oportunidad, lo que a la larga es menos probable que hacer apuestas donde el riesgo es mayor que la oportunidad, precisamente, porque resulta menos atractivo aumenta
la probabilidad.
Como región debemos hacer de la innovación un emprendimiento, es decir, hay que definir un objetivo (a largo plazo), determinar unos hitos, asignar un equipo e invertir dinero, es la única manera. Entre más nos demoremos en emprender, más tiempo nos tomará disfrutar el resultado de la innovación.