Reseña

Las personas son dueñas de sus actos, pero no tanto. Hace un momento aprovechamos el trancón habitual del centro histórico para bajarnos del colectivo. Uno de los pasajeros que venía de primero, salió del taxi apresuradamente y se le salió la cartera, quedando abierta en la carretera. Ya había caminado algunos metros sin darse cuenta de su pérdida; yo le dije: —Oiga compa, ¡su cartera! —Suscitando curiosidad entre los transeúntes. —Un señor que pasaba por mi lado me dijo: Bobo y si tenía plata. —Otro me dijo: ¿Por qué no me la diste a mí? —Una linda morena me dijo: Ya los hombres no guardan la plata en las carteras". La gente me miraba maluco y decían cosas, yo seguí mi camino solitario, pero primero asegurando el celular y la cartera. Al día siguiente, cuando llegamos a la misma parada del colectivo, un señor de alto grado de veteranía, me dijo: —Cuando sea así coge la cartera, la escondes y mira lo que tiene, si hay plata te la guardas y botas la cartera; si hay papeles nada más, botas la cartera con todos los papeles y quedas con tus manos limpias". —El señor me dio tres palmaditas en el hombro y me dijo—: "Ya sabes". Y se fue chiflando solemnemente. Jorge Martínez Pino