Hilos imperfectos
Autor: | Avella Salazar, Pilar |
Colaboradores: | Carvajal Bernal, Jhon Jairo (Editor Literario) Javierre, Juliana (Coordinador Editorial) |
Ninguna corriente artística queda relegada al pasado en tanto los fenómenos que le permitieron germinar se mantengan vigentes. Con el paso del tiempo aparecen nuevas formas de expresión, sin duda, pero las precursoras continuarán entregando premisas desde el pasado. El realismo en la literatura, llevado a su nivel de excelencia por Gustave Flaubert, ha sido materia de estudio a lo largo de los dos últimos siglos, como continúa siendo ruta de creación para artistas y escritores.
Es justamente acá donde me atrevo a encasillar Hilos imperfectos de Pilar Avella, no tanto por academicismo como por una obligatoria necesidad de orden, y en beneficio de facilitarme el análisis y su respectiva comprensión lectora.
De entrada, el atractivo del título sugiere la trama de una novela sencilla, cercana, muy cercana a la condición humana, retrato de hombres y mujeres del presente que intentan, en efecto, hilvanar sus destinos. La primera oración, sentencia premonitoria de aquello que nos espera, presenta una clave de alcance religioso: «Este domingo se vislumbra el principio del fin». No es una sentencia específica, sino que se proyecta en sentido multi-dimensional; es un proverbio y es también una sacralización del tiempo (que ignoramos transcurre en varias direcciones), cuyo punto de partida es el domingo, primer día de la semana en nuestro calendario y séptimo día en el catolicismo, cuando Dios decide descansar de su acto creativo.
El reposo en la primera línea de esta novela no precisa la adoración a un dios, sino a la fatiga del alma, que constantemente busca libertad. El domingo, «principio del fin», encierra un vaticinio; es una elipsis mediante la cual Pilar Avella esboza todos los episodios de su relato, obligándose luego a describirlos uno a uno, de pasado a futuro.
Un pasado marcado por la tragedia, tan explorada en el folclore tradicional —la carencia de bienes en los virtuosos y el abuso despótico de los ricos— como en la literatura universal. Ilustrado en el Hamlet de Shakespeare, el Jane Eyre de Charlotte Bronte y por supuesto en el Madame Bovary de Flaubert. Es Emma quien más tiene en común con Silvia.