Literatura y Carnaval
Autor: | Villota Eraso, César Eliécer |
Colaboradores: | Melo Villota, Angie Daniela (Compilador) Melo Chaves, Franklin (Compilador) |
Esta obra busca de manera descriptiva y reflexiva, demostrar el trasfondo que existe alrededor de la otra senda del carnaval, la que se prepara como antesala al desfile del seis de enero, donde realmente es que se entretejen los símbolos y las territorialidades, donde los monigotes y muñecos cobran vida y dan origen al mito, a la leyenda, al cantar, al cuento, a la narrativa, al deseo y al amor, a los sustos y a las borracheras, pero también, es un espacio donde se puede permitir la conservación del aprendizaje en las nuevas generaciones, con los jóvenes que alimentan sus deseos, teniendo derecho a disoñar y rectificar qué sienten al vivir en este mundo sur, por ello, “ahora que, si volviera nacer, yo volvería vivir mi misma vida, si hubiera otra vida por vivir. Plenamente. Sí, eso es, plenamente, como he vivido yo. Pero a la historia, propiamente, yo no le pido nada. Al porvenir sí” (Guerrero y Márquez, 1988, p. 454).
Ese espacio creado por el carnaval, es el que se denota en las siguientes páginas, fusionando las particularidades de un tiempo donde las negritudes, los conquistadores y los habitantes mesoamericanos, descubrieron en el juego y la lúdica, la capacidades para envolverse dentro de la felicidad, dentro del contacto que el otro le permite entenderse en presencias múltiples, pero también en ese juego de la catarsis, de lo que hace padecer, creando la dualidad de tristeza y alegría, fecunda en la frase: la alegría de todos, es la tristeza del dueño de la senda y del color, difuminando la totalidad de la satisfacción de su labor, pues, “el destino de un gran artista es un destino de trabajo. Llega un momento en su vida en que el trabajo conduce y domina a la vida” (Bachelard, 2008, p. 45).
Entonces, el juego de las máscaras se produce, se genera como la alternativa a esa compenetración con los hechos narrados, con esa oralidad y el misticismo que evoca el carnaval y su pre-elaboración, destinando un estado de libertad, capaz de envolver a los lectores del mágico mundo y adentrarse a vivir la magia de este estado temporal. “Creo, sin embargo, que nuestro oficio es una de las formas más libres para vivir feliz. En él, las personas pueden estar sin mayores compromisos, valiéndose de sus brazos, de su iniciativa, de la imaginación, de su habilidad y de las materias que nos llaman a darles formas diversas” (Guerrero y Márquez, 1988, pp. 454-455).