Reseña

Amo infinitamente la Ilíada cuyos héroes y episodios más sobresalientes he comenzado a conocer desde la tierna edad e infinidades de veces con el poder de la fervorosa excitación de mi exuberante imaginación he tomado parte yo también a la defensa de la amada ciudad de Troya, enfrentándome a las falanges griegas armado de escudo y espada forjados con el bronce de mi fantasía y empujado por una valerosa abnegación que brotaba de la ardorosa fragua de mi apasionado corazón. Sin embargo, no puedo dejar de sentir como algo profunda-mente deprimente, triste y desconsolante que la primera aparición literaria de esta región del mundo tan abundosamente prolífica de arte y cultura haya sido una luctuosa narración en la cual multitudes de seres humanos han sido arrastrados en el vendaval destrozador de una implacable guerra cuyo éxito final fue la destrucción de la opulenta ciudad troyana y el martirio de un pueblo entero que fue masacrado en su mayoría y esclavizadas sus míseras reliquias u obligadas a angustiosas peregrinaciones por el mundo Mediterráneo originando una diáspora que llevó, sin embargo, una numerosa floración de prolíficas antorchas que encendieron fuegos de alta civilización, entre las cuales la centella de la cual brotó la misma Urbe Eterna…¡Roma! Ernesto Micetich Autor