Yo nací para triunfar
Autor: | Ramos, Carlos Alberto |
Los libros suelen cumplir el papel de las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra, razonaba un lector agradecido. Montesquieu, en sus momentos de incertidumbre, hacía saber que en medio de sus penas siempre una hora de lectura bastaba para consolarlo. Y en verdad que el libro es insustituible en el camino de la enseñanza y la formación, porque - y razón le sobraba a Carlyle para asegurarlo- todo cuanto la humanidad ha hecho o pensado perdura en las páginas de los libros. En mi caso, cuando estaba pequeño, cuenta mi mamá, que mi padre le decía que ella era el hada madrina porque su vientre era la lámpara que él frotó para que saliera un genio. Esporádicamente durante tres años lo pudo repetir, murió cuando tenía tres años, pero mi madre nunca lo olvidó. Luego, cuando ya tenía diez años, mi madre observaba el interés que tenía por las letras, entonces estaba atenta cada vez que terminaba de escribir un cuaderno con viejas historietas para luego comprarme un nuevo cuaderno. Puedo asegurar que esta acción que ella hacía constantemente fue la base que alimentó mi vocación por la escritura. Con el tiempo, pude comprender que el arte de escribir era mi pasión, y cuando llegó la hora de parar a cumplir mi sueño, vino el mensaje que jamás olvido, susurrado al oído: "concéntrate en tu talento, que tú eres el genio de la lámpara". Desde entonces, empecé a concentrarme en mi talento, pero jamás en mis debilidades. Entendí que el mundo está lleno de personas con talento que no han persistido, han olvidado que la persistencia aviva el talento.