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ISBN 978-958-52008-7-6

Defensa del general Nariño ante el Senado en 1823 (Edición crítica)
Obra conmemorativa para el Bicentenario

Autores:Suárez Pineda, Jesús Alberto
Molina Osorno, Steven Alejandro
Colaborador:Urriago Gutiérrez, Rubén (Diseñador)
Editorial:Escuela Militar De Cadetes General José María Córdova
Materia:928 - Biografía Personas en literatura. historia. biografía. genealogía
Clasificación Thema::DNS - Discursos
Público objetivo:Profesional / académico
Colección:Historia y Geografía
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Activo
Publicado:2019-04-12
Número de edición:1
Número de páginas:240
Tamaño:17x24cm.
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español / Castellano

Reseña

El sueño de unificación del General Simón Bolívar gravitaba alrededor de la idea de que el cuerpo legislativo se reuniera para que se echaran los últimos cimientos al edificio de la República de Colombia, que aún estaba por construir, “pues ––como le dice en carta al General Antonio Nariño–– no tenemos más que despejado el terreno de veintidós provincias, y un libro que no habla con nadie, que llaman Constitución” (Bolívar). La denominación de la Gran Colombia es una invención de los historiadores, por tradición ya fijada en el uso académico. Hija del pensamiento político bolivariano, la Gran Colombia nació in articulo mortis en 1819 por el Congreso de Angostura mediante la Ley Fundamental de la República. Bolívar encargó a Nariño presidir este cuerpo constituyente en 1821 en Cúcuta. En 1823 continuaron las dificultades, por la muerte súbita de cuatro diputados, la ausencia de los ministros, la inexistencia de una dirección general de rentas y la incoherencia de todos los ramos, entre otras razones, como la ausencia del Libertador que estaba a la cabeza del ejército en su afán de contribuir a la expulsión de los enemigos españoles opresores. Tal fue el contexto en el que Nariño se presentó ante el primer Senado de la República de Colombia en defensa de su honor, que le dio ocasión en el último año de su vida para desvanecer una acusación que sus enemigos políticos le imputaron para impedir su posesión como senador por Cundinamarca. El General Nariño captaba las dificultades del impasse republicano con estas palabras de su Defensa:

“En vano serán vuestros trabajos y las justas esperanzas que en vuestra sabiduría tenemos fundadas. Si vemos ejemplos semejantes en las antiguas repúblicas, si los vemos en Roma y Atenas, los vemos en su decadencia, en medio de la corrupción a que su misma opulencia los había conducido. En el nacimiento de la República romana vemos a Bruto sacrificando a su mismo hijo por el amor a la justicia y a la libertad; y en su decadencia, a Clodio, a Catilina, a Marco Antonio sacrificando a Cicerón por sus intereses personales. Atenas nació bajo las espigas de Ceres, se elevó a la sombra de la justicia del Areópago, y murió con Milcíades, con Sócrates y Foción. ¿Qué debemos, pues, esperar de nuestra república si comienza por donde las otras acabaron?”

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