Reseña

[...] Digamos de entrada que El abuelo Bijao, que no es más que la personificación de la memoria colectiva a través de la oralidad, nos enseña, con un lenguaje preciso y elemental, juegos y cuentos que permiten el conocimiento de la realidad del Sinú y del Caribe colombiano y latinoamericano. Pero él no pretende conocerlo todo. No se las da de sabihon­do; él es. Y ese es el gran logro del autor. Entregarnos, por medio de la literatura, la personificación de un anciano que enseña el amor que hay que descubrir en la naturaleza. Agradecerle la existencia de los árboles y sus colores. Agradecerle el canto de los pájaros. La existencia de un palo de mango. Descubrir en el dar, como el hombre que regalaba corazones, que lo más hermoso del ser humano es esa capacidad de solidaridad y ayuda con las demás personas. Por estos pequeños motivos, pienso que el abuelo Bijao seguirá de lao, pero no pandiao, andando camino de las bibliotecas y de las casas, transitando calles, viajando en bus, llevando consigo el amor a los niños y a las cosas nuestras.