Reseña

En un mundo globalizado como en el que hoy vivimos, de alta competencia, la innovación emerge como un factor estratégico para la competitividad de las empresas y su sostenibilidad en el tiempo, pero también como una fuente de esperanza para aportar a la solución de problemas de las comunidades y de la sociedad en general, a partir de los desarrollos tecnológicos en el campo de la ingeniería ofrecidos por disciplinas como la mecánica y la mecatrónica.
En este escenario, es indiscutible la importancia y pertinencia de la ciencia, la tecnología y la innovación, desde las políticas de Estado y desde su abordaje como objetos de estudio en programas de formación de pregrado y de posgrado, y también como objetos de investigación básica y aplicada, en el marco de los procesos de investigación, desarrollo tecnológico e innovación (I+D+i) que constituyen una herramienta básica para el progreso social, el desarrollo económico y el crecimiento humano de un país.
En la última década las instituciones de educación superior “IES” han demostrado que pueden transformar su enfoque eminentemente académico a otros más pragmáticos con énfasis en la investigación y cooperación con la industria y la sociedad para crear soluciones para prevenir o resolver problemas y generar oportunidades reales. No obstante, si vemos el indicador de inversión en I+D en Colombia, en los últimos tres años ha decrecido alcanzando en el 2016 un 0,271% del PIB de acuerdo con el Observatorio Colombiano para la Ciencia y la Tecnología —OCyT—.
Lo anterior nos demuestra que si bien estamos generando nuevos conocimientos y soluciones, estas no están siendo efectivamente aplicadas al mercado o implantadas en la sociedad, y en tanto no lo hagan no podrán convertirse en innovaciones. Por ello, es necesario abordar, con una adecuada gestión e inversión, el proceso de I+D+i.
Planteado lo anterior, nos podemos preguntar: ¿Qué debemos cambiar para que los resultados de investigación realmente lleguen al mercado y que su promesa de valor trascienda realmente a la sociedad?, ¿Están nuestras universidades realizando una investigación que aporte realmente al desarrollo del país? ¿Qué modelos de pensamiento debemos promover en los nuevos ingenieros e investigadores para que en sus desarrollos la gestión de la I+D+i tenga alto impacto y significancia, con el fin de generar soluciones que se incorporen al mercado y ello se haga, con unos tiempos más cortos? ¿Cuáles deberían ser los presupuestos y porcentajes de inversión adecuados más para la investigación básica, la investigación aplicada y para el proceso de I+D+i en las universidades, entendiendo que en América Latina y, en especial en nuestro país, aún siguen siendo muy bajos en comparación con los países desarrollados?
En conexión con las preguntas que nos hacemos, los trabajos seleccionados en este libro son un maravilloso aliciente para seguir mirando con confianza y optimismo hacia el futuro; al apreciarlos, es perentorio seguir motivando a nuestros estudiantes e ingenieros, desde sus roles de investigadores, docentes y egresados, para que sigan explorando su entorno y propongan ideas, ideas que puedan ser convertidas en proyectos que, a su vez, den lugar a productos innovadores que sean útiles y que satisfagan necesidades del medio, tanto del sector productivo, como del Estado y de la sociedad en su conjunto, todo ello en un marco en donde confluyan sueños y propósitos comunes, esfuerzos, experiencias, capacidades y visiones y que a partir de los desarrollos tecnológicos propios de la ingeniería mecánica y mecatrónica trasformados estratégicamente en innovaciones.
Finalmente, al ver tanto conocimiento plasmado en los trabajos presentados aquí, al apreciar las grandes capacidades inmersas en todos ellos y al constatar sus enormes potenciales de transformación a nivel empresarial y social, podríamos atrevernos a afirmar que “en ingeniería mecánica y mecatrónica la innovación es un camino cierto y el límite está más allá de la imaginación”.