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Reseña

Para contar la historia de la banca central de un país se pueden elegir varios caminos. Es posible adoptar un enfoque de carácter biográfico, siguiendo sucesivamente las trayectorias vitales y laborales de los personajes más influyentes en el desarrollo cronológico y administrativo de la entidad; otro método común es hacer un seguimiento de las normas y regulaciones internas y externas que marcaron hitos en la actividad del banco central; también es posible concentrarse en las ideas y doctrinas económicas imperantes a lo largo de la historia de la institución y analizar cómo se reflejaron en el diseño de las políticas y las actuaciones de las autoridades.

En el caso de la historia del Banco de la República que ahora presentamos se ha adoptado un enfoque ecléctico, con plena conciencia de que el lector encontrará como producto final un texto heterogéneo. Hemos querido que en este trabajo participara un conjunto muy destacado de economistas e historiadores colombianos, todos con vínculos académicos, personales o profesionales con el Banco, y un rango muy amplio de experiencias, enfoques e intereses. Algunos de los escritores invitados se han ocupado, de tiempo atrás, en la historia económica con un enfoque clásico de ciencia social; otros se han centrado principalmente en los estudios teóricos y econométricos, de manera que su aproximación a esta historia es quizás más descriptiva y puntual.

Por otro lado, todos los artículos fueron presentados y comentados en dos seminarios especialmente preparados para pulir y complementar los estudios individuales, y el grupo de comentaristas escogido agregó aún más diversidad a las visiones de los trabajos. Estamos muy orgullosos y satisfechos de la calidad de las investigaciones y los análisis que se compendian en este volumen; el altísimo nivel intelectual y profesional de los autores, unido al hecho de que muchos de ellos tuvieron algún grado de participación (en algunos casos principal) en los eventos examinados, nos llevan a creer que ofrecemos a los lectores especializados y curiosos un material de gran valor para sus estudios.

Esta será la segunda ocasión en la historia ya casi centenaria del Banco en que un grupo de expertos examina la vida institucional y el entorno económico de la política monetaria, cambiaria y crediticia. La primera publicación al respecto fue El Banco de la República: antecedentes, evolución y estructura, en 1990. Ese volumen, que sigue siendo muy útil, se centró en los aspectos legales e institucionales de la banca central colombiana y se terminó en un momento en que nuestras instituciones económicas y políticas estaban a punto de vivir la mayor transformación de ese siglo, como resultado de la Constitución Política de 1991.

De modo que esta nueva historia del Banco va mucho más lejos que ese primer trabajo, no solo en cuanto a lo cronológico, como es obvio, sino por el hecho de que amplía el enfoque de ese primer análisis para examinar con más detalle el fondo teórico e ideológico del actuar de la autoridad monetaria en cada etapa del Banco, describiendo de manera breve pero muy completa las fuerzas económicas más determinantes en cada uno de los periodos importantes. El propósito es contextualizar las decisiones de políticas a cargo del Banco de la República con los principios teóricos que las respaldaban en cada etapa y con las restricciones efectivas que desde el punto de vista político e institucional condicionaban la toma de esas decisiones.

En conjunto, creemos que esta particular alineación de autores produjo un libro que tendrá atractivo para muchos lectores: aquellos interesados en un periodo específico tienen a su disposición capítulos muy completos centrados en momentos críticos de la economía colombiana en el siglo XX y en lo corrido del presente, mientras que para otros resultarán en particular importantes los que se dedican a temas especializados, como es el caso de los aportes del Banco a la cultura colombiana o las relaciones del organismo y del país con el Fondo Monetario Internacional.

Dado que los autores trabajaron documentos independientes, es posible que el estudio de algunos eventos puntuales se deba complementar más allá de este libro, que no busca abarcar por completo los acontecimientos ni todas las visiones, sino la que cada autor consideró importante resaltar; por ejemplo, la crisis comercial de los años cincuenta, la financiera de los ochenta, o las causas de la crisis de vivienda en los años noventa, requieren complementos externos. Otro caso que se puede mencionar es el análisis de la crisis de fin de siglo; los trabajos que aquí la mencionan tienden a centrarse en lo ocurrido en 1999, con lo cual se diluye la idea que expuso en su momento el Banco de la República, según la cual la crisis se fue formando desde mediados de la década y se agravó al final de los noventa por choques externos agudos.

Como es de esperar, una historia del Banco de la República escrita en la época actual se interesa sobre todo por examinar la autonomía de la banca central en nuestro país. No solo en el capítulo con dedicación específica a este tema, sino a lo largo de la obra, se analizan con cierto detalle los arreglos institucionales y prácticos que permitían aislar a las políticas monetaria, cambiaria y crediticia de las presiones del Gobierno, de los sectores productivos y del sistema financiero. Los capítulos que comentan la reforma de 1951 (Decreto Ley 756) destacan un hecho que no siempre se recuerda: el ejercicio de las nuevas facultades asignadas al Banco requería el voto favorable del ministro de Hacienda; la inclusión de esta disposición en aquel decreto fue un logro de quien por entonces ocupaba ese despacho. El hecho es que se otorgó en la práctica un poder de veto al ministro, al darle un enorme peso al Gobierno nacional en las decisiones del Banco, aun en una época sobre la cual siempre se ha destacado, ante todo, la participación del sector privado en la determinación de políticas económicas generales.

Este hilo conductor del texto, siguiendo la mayor o menor autonomía de la autoridad monetaria, ayuda muy bien a entender los retos que enfrentaban las reformas de 1991 y los motivos de su éxito, así como el gran quiebre que representó el establecimiento de una Junta Directiva en la que el ministro de Hacienda tiene uno de siete votos. También es útil para comprender mejor la gradualidad del proceso de desmonte de mecanismos como la banda cambiaria, y para precisar los fundamentos y requisitos de la política de inflación objetivo que siguió con éxito el Banco en la pasada década, la cual no hubiera sido viable en un esquema diferente del que rige actualmente en la entidad.
El uso del mecanismo de redescuento es otro importante hilo conductor de la narrativa de esta historia. Su empleo como instrumento estabilizador o de apoyo al sector financiero en las crisis de la primera mitad del siglo se registra en varios de los capítulos que tocan esos años, pero es desde las medidas que desarrollaron la reforma de 1951 y continuaron después de 1963, que este mecanismo se convirtió en el determinante principal de la expansión del crédito en Colombia (tanto al sector público como al privado, según el periodo).

En cualquier caso, conviene tener una apropiada perspectiva para desechar la idea de que la tarea de fomento encomendada al Banco desplazó de manera tajante el manejo ortodoxo del Banco, sin menospreciar la importancia que esta actividad tuvo desde su fundación hasta el año 1991. En este sentido resulta interesante registrar en un par de capítulos del libro que, en varias ocasiones, cuando organismos multilaterales valoraron la actividad del banco central colombiano, fueron relativamente indulgentes con resultados desfavorables observados en el control de la inflación, al aceptar implícita o explícitamente la actividad de crédito de fomento dentro de las funciones.

Lo anterior conduce a considerar otro elemento llamativo de la historia del Banco de la República que aparece en varias secciones del libro: el de las diversas responsabilidades que con el paso del tiempo y motivaciones y justificaciones muy diversas, se fueron encomendando a la administración de la entidad. Entre ellas se destaca, por su duración e implicaciones inesperadas, el manejo de las salinas de Zipaquirá. El caso de la actividad cultural del Banco, que hace parte de esas tareas colaterales a las específicas de la banca central, merece un capítulo aparte. El autor de esta sección señala que siempre ha sido institucionalmente muy importante y constituye un rasgo distintivo del caso colombiano, pues aunqueson numerosos los bancos centrales que han creado colecciones de arte, arqueología o numismáticas, por citar solo unos ejemplos, el peso del Banco de la República en la vida cultural de Colombia quizá no tiene equivalentes en el mundo. Por lo demás, en el último cuarto de siglo esta labor ha adquirido connotaciones estratégicas e institucionales que no tenía en el pasado y que conviene comprender y divulgar mejor.

Quizá este es el punto apropiado para preguntarse qué determina el interés del Banco por registrar nuevamente su propia historia, entre otras cosas, para descartar motivaciones narcisistas o de autoelogio. Una posible respuesta es que ese interés por la historia está de alguna manera relacionado con el impulso hacia la transparencia, que es un compromiso ineludible de la banca central independiente. Creemos que para el Banco de la República es importante dejar constancia de la propia historia porque sus autoridades encontramos que el examen objetivo de los contextos y opciones que en cada etapa condicionaron las actuaciones de las autoridades económicas hace parte de las obligaciones de un Estado que sabe que los debates alrededor de las grandes decisiones nacionales inevitablemente tienden a hacerse más amplios y participativos, y se preocupa por elevar la calidad de estos.

Al mismo tiempo, para el Banco es claro que sus rendiciones de cuentas y la publicación periódica de minutas y estudios (con conciencia de que algunos de esos documentos tienen implicaciones delicadas), además de ser un factor indispensable para reafirmar la legitimidad de las autoridades económicas, deja rastros que apreciarán, ojalá, historiadores y analistas que no llegaremos a conocer.

Para terminar, quisiéramos hacer un reconocimiento particular de la dedicación y el esfuerzo de autores, comentaristas, moderadores1 y recopiladores en todas las etapas del desarrollo de esta publicación. Creemos que todos ellos compartirán nuestra satisfacción de poner al alcance de los estudiosos colombianos y extranjeros un material tan rico y detallado sobre los desafíos que ha enfrentado el Banco de la República desde su creación y sobre las actuaciones que han hecho de la nuestra una entidad justamente apreciada y respetada en el contexto nacional e internacional.

José Darío Uribe Escobar

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