Desterrada en su propia tierra
Autor: | Aguilar Mejía, Oswaldo |
Las campanas de la iglesia no volvieron a dejar escuchar su voz. La onomatopeya de sus vibrantes y
‘promeseros’ sonidos solo eran reminiscencias de un ayer sin retorno. Después de la desaparición
de don Benedicto Jerez, el padre Benja no volvió a aparecer. Lo último que se supo fue que no
estaba autorizado por los jerarcas religiosos para dar declaraciones. Ser prudente fue la
recomendación.
Por las calles del pueblo circulaban, junto con cada habitante, rumores de una supuesta amenaza de
los Barrenillos sobre el sacerdote. Dicen que los facinerosos le determinaron el tiempo para
abandonar Piedras Negras. El padre Benja se había refugiado en el único lugar donde se
consideraba seguro: La Cama de Piedra. En esos días se acrecentaron los comentarios que
generaban dudas sobre su legitimidad sacerdotal. Los rumores, como si tuvieran vida propia,
cuestionaban que a Piedras Negras jamás había llegado un obispo durante su ministerio y en razón
de ello ninguno de los habitantes del pueblo había recibido el segundo sacramento de la Iglesia