Reseña

Así como la investigación es la base de la ciencia, la comunicación de los resultados es el fundamento de la investigación científica, no su complemento. Un estudio es importante no tanto por sus resultados, sino por el uso que se haga de ellos. Por eso, los hallazgos no sirven si sólo los conoce el autor, ya que en el ámbito actual es poco útil –cuando no inútil– una investigación cuyos resultados no se usen, de alguna manera.
Incluso la conocida expresión: “El objetivo de la investigación científica es la publicación”, ya no parece una certeza. O el lugar común: “un estudio sin publicar equivale a no estar terminado” –que hizo carrera desde la década de 1970 bajo el lema “publicar o perecer”– se considera asunto del pasado. Porque, más allá de lograr la publicación de sus resultados, hoy el propósito de la investigación es que sus hallazgos o planteamientos se aprovechen en la academia o la sociedad o que contribuyan al avance de la propia disciplina.
Escribir informes o artículos, entonces, es parte del trabajo investigativo, no una simple expectativa. Hacerse comprender y motivar el uso de su trabajo, es un reto del autor-investigador de hoy. Y para ello, la escritura es un instrumento clave, independiente del producto comunicativo por el que finalmente decida difundir los resultados.
En la investigación la escritura es central, o mejor transversal; es el puente entre el investigador y sus públicos (hay científicos que escriben para públicos especializados y para el público general). Por tal razón, la escritura del informe o artículo es un proceso que debe quedar integrado al trabajo, para no considerarlo un agregado de última hora. Sería error creer que un estudio “consta de dos fases: hacerlo, por un lado y escribirlo, por otro. [Porque] en realidad no hay más que una fase: hacer el trabajo y escribir el informe” (Miró, 2010, p. 11). Y para ello, resulta estratégico abordar la investigación no sólo como un proceso, sino también como un producto que se concreta en un Artículo Científico, una ponencia, un informe, un video, un póster o un libro. Y elaborarlo adecuadamente para que cumpla su propósito final: que sea comprendido y usado.