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ISBN 978-958-8905-81-5

La Mansión de doña Adelaida

Autor:Rodríguez Rodríguez, Luis Eduardo
Colaboradores:Avila Bustos, Camilo José (Diseñador)
Cantillos Rojas, Osvaldo Antonio (Ilustrador)
Avila Pérez, Alfonso José (Editor Literario)
Editorial:Santa Bárbara Editores E.U.
Materia:808543 - Narración de cuentos
Clasificación Thema::FYB - Cuentos, Historias cortas
Público objetivo:Adolescentes
Colección:COLECCIÓN DE NARRATIVA COLOMBIANA
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Activo
Publicado:2017-07-14
Número de edición:1
Número de páginas:268
Tamaño:24x17cm.
Precio:$46.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

Hace algunos años Luis Eduardo Rodríguez publicó La Saga del Cañaguate, ahora reaparece con nuevos escritos. Yo los calificaría de novelas cortas, por la extensión de la escritura. Es notorio lo que un estudioso de esta especialidad como Goyanes veía: el componente argumental como la presencia de una trama de una apretada acción. Así sucede en los relatos de Rodríguez, en especial, Panegírico inesperado, ¿o un bumerang? y Los prodigios de la hipnosis. El primero, Panegírico inesperado, ¿o un bumerang?, recoge muy bien la situación de conspiración política en nuestro país. El conspirador es una especie de violador social de las normas del ejercicio político democrático. Y asume una posición enfermiza, personalista, en que si el voto no le favorece acude al crimen, para ascender en la cúspide social. Lo que en narrativa se clasifica como novela negra. Así lo ratifica en otro de sus textos. Existen validas razones que emparentan el pícaro con el místico. Ambos, productos de desviaciones neurocerebrales. Pablo el converso, fundador del cristianismo sufría de alucinaciones y de perseguidor pasó a ser publicista de las teorías de quienes cercenaba sus nucas —Detrás de estos individuos se mueven sociedades en crisis­ —. Ambrosio, en otro de sus relatos, habitante callejero; producto de su alienación de participar en una guerra injusta. Aprendió la técnica de la hipnosis, la cual seguramente practicaba para poder participar en los combates en los áridos desiertos. Asombrado por la belleza de la mucama de la casa que va a asaltar, decide bajo los efectos de la técnica psiquiátrica sucumbir a la belleza femenina. Y se produce la catarsis del autor. Historia inesperada como sucede a lo largo de sus cuentos —insisto, más bien novelas cortas — en los cuales las técnicas del relato son claras, a veces meticulosas, como sucede en el Decamerón. No queda nada en secreto como le gustaba a Cortázar. Un gran escenario literario, argumental, nos brinda Rodríguez en su libro LA MANSION DE DOÑA ADELAIDA. Al haber perdido sus pasos escriturales, ahora renovados, traigo a mi nota este planteamiento de Maurice Blanchot: «Y sin embargo, escribes: escribes sin descanso, descubriéndome lo que yo te dicto y revelándome lo que yo sé. Los otros, al leer, te enriquecen con lo que te quitan y te dan lo que tú les enseñas. Ahora, lo que tú no has hecho, tú lo has hecho; lo que tú no has escrito, está escrito: estás condenada a los indeleble, a lo imborrable». Federico Santodomingo Zarate Crítico literario Director de la revista cultural MaríaMulata Escritor colombiano

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