Reseña

Estas palabras de Octavio Paz traen a colación el misterio inagotable que subyace en el fondo del entrelazamiento de cuerpos y textos. Un misterio polisémico, vasto que remite a una serie de posibilidades epistemológicas y semióticas, así como multi e interdisciplinarias. Como ya advertía Norbert Elías (1939), el cuerpo desempeña un papel fundamental como lugar, sede y agente del proceso de civilización. El cuerpo cambia, sufre alteraciones, ve modificada su realidad física y, de manera indefectible, forma parte de un orden simbólico.
Desde la perspectiva estética, el cuerpo se convierte en una plataforma de inscripción y protesta. Parte de la teoría crítica lo aborda como una categoría dinámica estructurada como lenguaje y constituido como entidad material y sistema discursivo —en el cual se escribe la historia y se evidencia una relación de fuerza con el campo social y político, estableciendo múltiples relaciones con otros cuerpos (Foucault, 1978)—, como un espacio expuesto a fuerzas social y políticamente articuladas, así como a ciertas exigencias de sociabilidad —entre ellas, el lenguaje, el trabajo y el deseo— que hacen posible el persistir y prosperar de ese espacio (Butler 2009, 16), y como superficie de inscripción del poder y del afecto —en tanto el cuerpo es el espacio que registra/produce una afectación—.
El cuerpo no se ubica en el espacio clásico de la representación, sino en el lugar del lenguaje. Justo es éste el enfoque de “Cuerpos y fisuras. Miradas a la literatura latinoamericana”.
En virtud de lo dicho, el presente libro se erige en sí mismo como un cuerpo literario con sus resquicios, músculos, energías, partes, contrapartes y ausencias; estructuradas desde algunos apartados orgánico-simbólicos que permiten orientar el análisis hacia sus coyunturas… establecer hitos corpóreos de lectura que inician desde lo descoyuntado hacia lo ‘ordenado’, de sur a norte, del fantasma a la carne.