Crónicas de luna, la perra que nos educó
Autor: | Zapata Zuleta, Nestor Jairo |
Siempre se ha dicho que el perro es el mejor amigo del hombre y es una frase cierta porque ellos son nuestros amigos pero nosotros demostramos constantemente que no somos los mejores amigos de ellos.
Esta es la historia de un animal canino que tomo como su hogar una institución educativa del municipio de Dosquebradas, Risaralda, “COLEGIO EMPRESARIAL”
Pero no es un animal cualquiera, es una perra sencilla, de una raza aparentemente ordinaria, que vio en el colegio no solo varias paredes, sino un centro de amor, comprensión, cariño, y no seré muy exagerado al mencionar que para ella también existía el aprendizaje académico.
Luna siempre demuestra estar feliz cuando nos recibe en la mañana y en la tarde, ignora nuestros enojos, angustias y mal genio, para ella todos somos iguales mientras para nosotros es solo una perra “la perra callejera de nadie “.
Dedicado a todos los animales del mundo y a las personas que como yo, creemos en las maravillas de la naturaleza.
Un día cualquiera los docentes de la institución educativa empresarial observamos una perra aparentemente de pelaje amarillo claro, sucia, flaca, pero con una mirada cariñosa y tibia.
Para nosotros era simplemente un canino más, de los muchos que aparecían a recoger las migajas de la comida de la cafetería central.
Era común para nosotros ver como poco a poco esta perra hacía del colegio su hogar, lo hacía respetar de otros perros que deseaban compartir con ella este espacio que para ella era lo mejor, al punto de jamás querer alejarse de los corredores y salones que se convirtieron en su continuo caminar; lo que para muchos de nosotros, y comparándonos con ella , lo primero que pensamos es observar nuestro reloj para saber cuándo alejarnos de allí, luna, aprendió a conocer la medida del tiempo, jamás salió corriendo de allí, y si lo hacía era solamente para acompañar a los niños de 6º de bachillerato hasta la puerta del colegio, despidiéndolos siempre con lo que nosotros aprendimos a percibir como una sonrisa, o tal vez el agitar de su cola nos decía que estaba feliz de haber compartido con nosotros la jornada académica.