Filosofía y educación: en la punta de la lengua
Colaboradores: | Páez Guzmán, Esaú Ricardo (Compilador) Montero González, Martha Soledad (Compilador) |
En este libro, se pone en cuestión y se problematiza las implicaciones del nuevo modelo de educación que aparece a finales del siglo XIX y Siglo XX, y se oficializa e institucionaliza el libro, la lectura y la escritura, abandonando la idea de maestro en tanto amigo del saber, y al saber en tanto encuentro con lo desconocido, fijando al profesor al territorio de la escuela, lo cual implica necesariamente al niño, púes lo marca en adelante como ausente de cualidades, como diría Deleuze: para que todo devenga motivación, diversión, trivialización, prescripción. En adelante se potencia dicho modelo de la renovación y de la innovación, porque la acción propia del profesor intelectualizado queda reducida a la necesidad de conocimientos científicos, de habilidades para la construcción de campos de simulación, de ideas para la adquisición de experiencia, de medidas para la división, la separación y la distribución, y porque este se adhiere al régimen escolar como una maldición que lo condena al mundo endemoniado de los niños y de los jóvenes. Así la escuela en tanto dispositivo de captura se convierte en transmisora de enunciados que sirven para instaurar una manera de ver el funcionamiento de individualidades, de usos y de resultados de la aplicación de técnicas, herramientas, estrategias en un sistema que se cierra sobre sí mismo con cada reforma política; así reforma tras tras reforma durante el siglo XX, se ha logrado aceitar la máquina escolar hasta hoy, y darle velocidad a los encadenamientos, procedimientos, proposiciones y sujeciones, que separan al profesor del pensamiento como acontecimiento, al niño del profesor filosofo-bailarín (no olvidar aquí a Nietzsche) del profesor artista y lo remite al adulto, pues ha dejado de ser el niño artista en tanto el niño deviene niño, separándolo del encuentro del saber-acontecimiento, fijándolo en relaciones duales sujeto-objeto, cuerpo-alma, razón-existencia, hombre-mujer, y son tal vez las relaciones duales las que por excelencia se habitan, se nombran y nos nombran; así divididos se piensa la acción como reacción, y a esa reacción se le da movimiento en la escuela, cuando se trata de hacer del individuo un individuo desenvuelto en un mundo posible. Divididos se explica el porque la existencia del mundo y luego se explica a los alumnos, aunque no se diga nada de los niños, por ejemplo el profesor observador cree explicar la conducta y el comportamiento del niño, cuando recurre a la información registrada en el observador del niño, según la falta a las reglas del buen comportamiento, y esta falta a su vez lo fija y califica como pensante o no pensante, sin embargo no explica porque el niño piensa o deja de pensar, bien sea en sentido lógico formal o en el sentido del acontecimiento, y en cambio sin ser consciente de ello, logra lo imposible, el debilitamiento de su potencia y al mismo tiempo logra abatirlo, aplastarlo, negarlo, y ¿qué es lo que se niega al niño? la fuerza de su pensamiento en tanto acontecimiento en la vida, se niega la afirmación en la multiplicidad, en la pluralidad, se niega la alegría, y se da paso para que la multiplicidad quede atada a la unidad y transformada en una relación dual de oposición y contradicción; parafraseando a Deleuze solo hay multiplicidades. No hay multiplicidad de saberes, multiplicidad de modos de ser de los niños y de los profesores, sino que cada modo de ser, cada saber, cada sujeto es una multiplicidad, y justamente esto es lo que no admite nuestra escuela contemporánea, así se esfuerce por justificar sus actuaciones con el argumento de la diversidad, de la inclusión, de la tolerancia, el respeto y la responsabilidad. Es decir, cuando el modelo toma el lugar de lo Uno la escuela construye su sentido en la misma dirección y con ello se pierde el sentido del acontecimiento que no es otra cosa que pensar y desear, lo que sería lo mismo según Deleuze, y en lugar de abrir territorios a personajes-sujetos se vitorea de identificar y valorar a los protagonistas -sujetos, y cuando esto sucede entonces se deja de pensar, o ya no se piensa más, o nunca se ha pensado.