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ISBN 978-958-46-7779-2

La inmigración Árabe a Ocaña
Rechazo, integración y adaptación

Autor:Pacheco Arengas, Diego Alexis
Colaborador:Gómez Ardila, Gustavo (Corrector)
Editorial:Pacheco Arengas, Diego Alexis
Materia:325.1 - Inmigración
Colección:DICALITO
Publicado:2015-12-11
Número de edición:1
Número de páginas:310
Tamaño:23x15cm.
Precio:$30.000
Encuadernación:Pasta
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

En la historia de Colombia no ha existido una comunidad más importante e influyente en el desarrollo socioeconómico que la árabe. Esta comunidad que comenzó a llegar a nuestro país a finales del siglo XIX ha sido cuna de personajes muy destacados en la historia de nuestra nación, tales como Julio Cesar Turbay, Shakira Mebarak, Yamid Amat, Meira del Mar, Chaid Neme, Salomón Hakim, David Manzur, Faryd Mondragón Alí, Giovanni Quessep, solo por nombrar algunos.

La participación de esta comunidad en la economía, el arte, la cultura, el deporte, la política y la sociedad en general ha sido muy importante, tanto así que se reza en las principales academias de historia de Colombia, que después de los españoles llegados a nuestras tierras para conquistarlas, no ha existido un pueblo tan numeroso a lo largo y ancho de nuestras tres cordilleras.

La comunidad árabe o levantina, como también suele llamársele; llegó a Colombia, a través de una diáspora que se produjo por los inclementes sucesos de la guerra durante mediados del siglo XIX y principios del XX, a causa de la dominación del imperio turco-otomano y posteriormente de potencias como Inglaterra y Francia.

Les decían turcos en un principio, porque llegaban con pasaporte turco-otomano, imperio invasor que los dominó hasta después de la primera guerra mundial. Pero en realidad sus países de origen eran Líbano, Siria, Palestina y Jordania. Aunque en un comienzo percibieron rechazo, con el tiempo se adaptaron a las costumbres y tradiciones del país que los recibió.

La entrada a nuestro país fue inicialmente por Puerto Colombia, se dejaron cautivar por el encanto del Caribe colombiano, la puerta de sus sueños, empezaron a atravesar el río grande de la Magdalena, con el pasar de los años se fueron expandiendo en cientos de rincones de Colombia.

Otros entraron por Cartagena, Santa Marta y el Puerto de Buenaventura. Su ubicación geográfica muestra cómo se prefirió la costa Atlántica. Los palestinos se expandieron por Barranquilla, Santa Marta, La Guajira y San Andrés. Mientras que los sirios prefirieron ir hacia Cartagena y hacia el interior del país, llegando a Bogotá, Giradot, Tunja, Ibagué y Neiva. Por el contrario, los que entraron por el puerto de Buenaventura se instalaron en Cali y Popayán.

A pesar de todo esto, también llegaron a poblar otras regiones del país. Algunos que habían ingresado por el vecino país de Venezuela, se instauraron para crear las primeras fábricas de botones en Bucaramanga, Arauca, Villavicencio y Yopal. Atravesando el río Magdalena, llegaron a Ocaña, Cúcuta y Barrancabermeja, donde crearon las primeras fábricas de cuero, ropa, maquinaria y víveres en general.

Algunos inmigrantes árabes llegaban con pocos recursos económicos y una maleta llena de recuerdos y al mismo tiempo de muchas esperanzas, su labor principal durante los primeros días de su asentamiento, fue vender mercancía de manera ambulante, luego al comercio establecido en locales y bodegas, y finalmente en la industrial textil. También algunos se dedicaron a la joyería y platería, sobre todo los que se asentaron en la costa atlántica.

La cultura árabe enriqueció los puentes comerciales del país, integrando fusiones gastronómicas y arquitectónicas, y a su vez, engendrando destacadas personalidades en las principales esferas del país. Llegaron atraídos con la ilusión de un futuro mejor, alejándose de la guerra y la crisis económica de las que huían y lograr un progreso desde todo punto de vista. Establecerse con sus familias y brindarles una mejor calidad de vida, ese era su principal objetivo. Se estima que en el lapso migratorio más fuerte en nuestro país, que se dio desde 1880 hasta 1930, llegaron entre 5000 y 10000 árabes.

En la actualidad se estima que hay más de un millón quinientos mil colombianos con ascendencia árabe. La comunidad árabe está completamente asimilada a la cultura colombiana, pero no ha abandonado aún sus tradiciones. Una de ellas por ejemplo, es reunirse una vez por semana a comer platos típicos de su tierra de origen y compartir ratos agradables con juegos de mesa muy paternales.

Precisamente los árabes en ese largo y extenso recorrido en nuestro país, llegaron a regiones que en ese momento tenían un crecimiento económico importante y puntos estratégicos y fronterizos para la comercialización de sus productos. Uno de esos lugares a los que arribaron fue a Ocaña, clasificada como la segunda ciudad más importante del departamento de Norte de Santander, al nororiente de Colombia.

Esta amable ciudad que en la actualidad goza de más de 90000 habitantes , los recibió en un principio con un intenso rechazo que con el tiempo se fue convirtiendo en asimilación, tras el estrecho lazo que los fue uniendo al relacionarse con la comunidad a través del comercio.

Las primeras familias sirio-libanesas llegaron a Ocaña y la región a finales del siglo XIX. Su laboriosidad y sentido de unidad lograron, con el correr de los años, afianzarse en la comunidad provincial de la cual son hoy exponentes destacados. En su gran mayoría, las familias sirio-libanesas se dedicaron a la actividad comercial, creando prósperas empresas que se han mantenido con el correr del tiempo.

Esta investigación pretende rememorar todas las vivencias de esta bella comunidad que arribó a Ocaña con muchos sueños e ilusiones por cumplir, que con el pasar del tiempo se fueron cristalizando y hoy por hoy son una realidad. La reconstrucción de la memoria histórica de los pueblos y comunidades, es fundamental para la comprensión de los fenómenos complejos que se presentan en la actualidad alrededor del mundo, y sobre todo lo que inmiscuye directamente a nuestro país.

Solo podríamos nombrar a algunos descendientes siriolibaneses, que se han destacado en diversas esferas como la política, las artes, la medicina y hasta en el periodismo, tales como María Susana Awad, Guillermo Sagra, Daniel Raad, David Haddad, Juan Romano Marún, Mónica Contreras Esper, Alberto Chaya Sagra, Magola Numa, Alonso Ojeda Awad, Hayfa Numa, entre otros.

Se necesitaba y así lo pedían desde hace algún tiempo los descendientes árabes en Ocaña, una publicación más completa que recopilara las vivencias de sus antepasados y que ayudara a la reconstrucción de la memoria histórica y la identidad cultural, quedando en manos de los padres de hoy la enseñanza a sus hijos, acerca de sus orígenes y la riqueza de su aporte a la cultura ocañera.

Por supuesto, quedan canales de investigación abiertos para que las próximas generaciones se enteren de cómo se dio la asimilación de la religión católica, la mezcla de la comida típica ocañera con la comida árabe y la aceptación de los partidos políticos en los siriolibaneses.

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