Reseña

La transición de la alabanza a la adoración ocurre cuando estando alabando con gran alegría, nuestro corazón recibe el gozo del espíritu, entonces aclamamos con júbilo al señor, moviéndonos, danzando y tañendo, levantamos las manos e interiorizándonos con Dios, nos inclinamos y comienzan a brotar de nuestro interior un coro nuevo que fluye hasta convertirse en un cántico (2 Crónicas 29:30). El cántico nuevo desata la intercepción y adviene el espíritu de la profecía; la profecía trae la revelación, la revelación trae el poder y el poder trae el progreso.