Reseña

El deportista frecuentemente proclive a abstenerse de palabras y de reflexiones sobre la acción competitiva incurre en la oblatividad sacrificial. Acaso, ¿hay un sufrimiento correlativo a lo esforzado y mudo de la acción? ¿Cómo saberlo cuando sólo está indicado? En el Seminario 16 Lacan afirmaba que «lo del hecho que no puede decirse se designa», habría entonces que interrogar el entusiasmo actual por la acción, a condición de que cada cual juzgue la propia, pues juzgar la acción propia define la ética del sujeto. Lacan proseguía diciendo que «el sufrimiento quiere ser síntoma, lo que significa verdad». Una verdad particular, desde luego, pues la verdad sintomática es no toda y disuena en el concierto de la moral de todos. El lector verá que se interrogó a cada deportista sobre su experiencia, buscando indicios de su síntoma y de su eventual elaboración en el deporte, situando a éste como práctica orgánicamente ligada a la vida social. El deporte transforma la motricidad y la lúdica modernas como efecto de la técnica y la competencia, lo que implica una figura simbólica de la oposición, que en el plano especular sitúa al sujeto como adversario. Incluso en deportes sin oponente directo ?natación, ciclismo, escalada, etc.? ese contrincante está representado no solo por otros competidores sino por el cuerpo propio.