Reseña

El presente trabajo poético trata de involucrar lugares y personas que en 27 años, de una manera u otra marcan la vida de propios y extraños. Se trata de la gran urbe que se incuba como una necesidad de vida en el alma del poeta. Su nombre es El Pital, un encanto de calles, parques, iglesias, lugares y personas que son necesarias en un sitio donde la palabra y la sensibilidad reinan. El Pital es un enclave que desde hace 400 o más años se encuentra recostado a la Serranía de las Minas, pidiendo cobijo, solicitando una caricia, para olvidar vicisitudes y recordar alegrías, como lo imaginaron los mayores de Bárbara del Campo y Salazar. La originalidad del trabajo consiste en la geografía que lo acompaña, en la vida sencilla de sus gentes, en la despreocupación por los espacios emblemáticos; no porque el pueblo se olvide de la importancia de los lugares donde habitan sino porque son tan propios y acogedores que darles relevancia los haría extraños a los ojos de la gente. Lo mismo acontece con los personajes que brindan el corazón a los días y las noches, quienes dan gracias por vivir en normalidad con aquellos seres amados y así es imposible pedir dadivas, reconocimientos o aplausos, porque desde siempre la rutina, el acontecer diario se los ha brindado.