Reseña

He aquí la poesía de Javier Zamudio: esa caja de hilos que ha sacado a recorrer caminos atrapando colores y sentires desde pequeño. He aquí la voz de un poeta, y sobre todo, el fondo de un poeta, cuyas palabras, además de caer a ritmo constante haciendo charquitos en cada página, van creando un agua propia, dando lugar a la vegetación exuberante de su imaginación. Zamudio inspira, respira, muy hondo, las palabras. Y no se contenta con escribir, ya sea prosa o poesía. Tampoco sabe vivir sin amar o sin leer. Es un amante de la literatura y del amor y no establece jerarquías entre estas dos perplejidades, sino que las vive, a secas. No escribe como catarsis, para ?desahogarse?, concepto tan de moda en nuestro país. Ama, trabaja, lee y escribe. Escribe para ser Javier Zamudio y ya está. Busca ser libre, y hasta redimir las fallas ajenas, las propias y las del mundo, a través de una escritura un poco tosca, pulida con sus días. En él no se ha dado la dicotomía vivir/escribir, y creo que no se dará. Confío en este poeta; en que no dejará a un lado su pasión por la vida y las palabras, o su furia contra la muerte y el silencio del olvido. Léanlo.