Reseña

Sin ahorrar sus fuerzas ni guardarse para sí, el padre Bernardo Antonini, "un hombre que se consumía por su Señor", llegó a Rusia, como sacerdote "Fidei donum", con el cambio político iniciado por Gorbachov, para compartir con el pueblo ruso la reconstrucción de un itinerario de fe que no sucumbió a 75 años de régimen totalitario. Y así se dedicó a la promoción vocacional, refundó el seminario católico en San Petersburgo, con lo cual logró la alegría de ver los tres primeros sacerdotes católicos ordenados en Rusia, y puso en marcha varias iniciativas para revivir la fe en ese territorio.

Con su pasión por anunciar el Evangelio, el padre Antonini emprendió la misión en el espíritu de san Pablo para llevar a Oriente el mensaje del amor de Cristo.

Estas páginas, donde encontraremos algunas florecillas que embellecen la narración, nos llevan a un camino sin fronteras, con la seguridad de que el amor de Dios derriba los muros que separan a los hombres.