Reseña

Desde el comienzo, cuando el poema de Luisa irrumpe de una forma deliciosamente violenta y enigmática, colocando en el centro la figura de un cuerpo tenuemente organizado por la asociación difusa de un límite que contiene a duras penas flujos de saliva, olores, sabores y vísceras, antes disociados, que nos integran, y a través de la intriga nos devuelven en el tiempo, a la esfinge griega, donde la interpretación permite correr quizás por primera vez , en algo, las cortinas penumbrosas de la incertidumbre y la infinitud, para gozar, ocasionalmente, de un recinto lleno de sugestiones y sentidos condensados en míticos diluvios, me sentí capturado por el texto. No es extraño que Luisa, sin mancillar el orden de la narración, se pregunte qué es un poeta. La preocupación no es, pues, solamente por la poesía, es por el poeta que produce la poesía y también, cabe destacarlo, por la poesía como vehículo. Ildefonso Sánchez Caballero Filósofo y docente de la Universidad Distrital