Reseña

Atreverse a escribir debería ser una constante en los educadores. No obstante, por múltiples razones, no lo es. Pretender publicar lo escrito es una empresa que un cierto número de docentes ha alcanzado. Pero escribir, publicar y ser leído es la aspiración mayor de quienes deciden compartir con otros sus vivencias, recrearlas, volverlas literatura.
Y esto es lo que pretende Juvenal Nieves Herrera en su libro que, como él mismo lo confiesa, no sólo contiene cuentos de inspiración propia. También historias de vida recogidas, aquí mismo, en su patria tierra - que no es otra que las provincias de Vélez y Ricaurte- y en similares sitios de sus amadas Santander y Boyacá.
Antes que construcciones rebuscadas, Juvenal emplea frases simples, sentimientos transportados a palabras capaces de convertirse en percepciones elementales y cotidianas que, por lo mismo, poseen el sublime don de la exacta comunicación y el entendimiento. Quizás son las mismas palabras usadas por los campesinos y las gentes del común que van tejiendo frases, que se vuelven párrafos, que se vuelven máximas, que se vuelven dulce.
Por las líneas de Corrida de fiestas, el primer relato de su nuevo libro, el autor plasma el ambiente pintoresco y chabacano de esos pequeños carnavales de pueblo cuyo atractivo principal es el toreo. Aquí desfilan primeras damas y autoridades, damiselas y borrachos, ganaderos y matarifes, reinas y pelafustanes quienes, como en la canción de Serrat, se olvidan de que cada uno es cada cual, bajo los efectos del alcohol y los alegres compases de la banda municipal.
En Incumplidos y Corazón derecho, no podía decirse más en tan pocas líneas. El primero de estos dos cuentos mínimos, sorprende por su causticidad; el segundo, por su desmesura.
La lectura de Juego de cartas nos produce el delicioso milagro del regreso a aquellos años de las misivas manuscritas en las que se contaban simples sucesos de la familia y del pueblo. Las que comenzaban con el consabido “Después de este corto saludo paso a decirle lo siguiente” Y entonces uno se desbordaba en prosa, escribiendo como se habla, en los términos más originales y sencillos. Cartas de renglones anchos enfundadas en sobres de bordes rojos y azules en las que se rajaba del alcalde, de la infidelidad de la vecina, de los hijos del compadre y de la jartera de los domingos, entre otros sucesos no menos triviales.
En Pudo ser verdad se nos cuenta la historia, trajinada si se quiere, de la empleada que queda embarazada, los señores de casa imperceptibles y la familia con un destino imprevisible. Pero allí el desenlace sorprende y su epílogo no deja de ser interesante.
Pero Juvenal no se aguanta y el elemento político y vertical salta a la vista en Ministros. Pero sobre todo en El impoluto, personaje siniestro, “adalid de la libertad rodeado de su pléyade de guardaespaldas, caminaba orondo como si no estuviera bailando en la misma fiesta”.
Son estos y otros tantos los cuentos, historias y relatos que el autor nos entrega en estas páginas indelebles. Sin duda nos encontramos ante un condumio de platos exquisitos. ¡Salud!