Reseña

POEMAS DE LIBRE VUELO
1.
Luego de leer este libro una pregunta se impone. Tiene que ver con la función de la poesía, específicamente ¿por qué acudimos a ella para cifrar lo más íntimo humano con la esperanza de conjugarlo en experiencia colectiva?
El título arriesga una conjetura: que la voz individual, encarnada en poema, sea el inicio de una conversación postergada pero posible; promesa de diálogo confiada al viento que aviva la hoguera del habla desde el inicio de los tiempos.
Certeza que el poeta Paul Celan expresa con lucidez desesperanzadora: “El poema puede ser una botella de mensaje lanzada con la confianza —ciertamente no siempre muy esperanzadora— de que pueda ser arrojada a la tierra en algún lugar y en algún momento, tal vez a la tierra del corazón”.

Semillas esparcidas por el viento sobre la tierra para que germinen; no lanzados al mar donde quizás naufraguen en el tumultuoso silencio de la incomunicación. De la memoria, de la voz, del envío y del mensaje, de la deriva; de todo ello hablan estos poemas; y a ello haré referencia de manera oblicua y breve.

2.
La memoria se despliega en una secuencia testimonial y cronológica, que va del año 2008 al año 2014, en la que cada poema informa del sitio y fecha de su escritura; a la manera de un tejido trenzado con las voces que la memoria guarda. Así leo “Poemas al viento”, como un inventario elemental de experiencias que entremezclan la rima, una cierta ironía, un lenguaje juguetón, lo particular y lo colectivo, lo íntimo y lo político. Periplo del recuerdo que su autor emprende luego de retirarse de la vida pública, viaje de regreso en busca del origen, búsqueda que vislumbra un nuevo comienzo.

Es el viento, “viento imprudente que levanta faldones (…) / viento que corre sin dirección / de la tierra al altamar”, el mensajero escogido por el autor para su envío. Quizás porque en estos poemas susurra el hálito de la oralidad, de la secreta confidencia que, como en la historia del rey Midas, es difundida por la brisa rumorosa de la poesía que quiere ser dicha más que leída.

Del mensaje solo diré que estos poemas merecen ser leídos en su condición de testimonio sincero y vital como un apretón de manos: saludo y despedida para este libro que inicia su deriva, principio de una conversación entre dos infinitos, entre lo velado y lo revelador.