Reseña

INTRODUCCIÓN Creo que he experimentado el miedo en todas las facetas, en todas las dimensiones. Desde pequeño lo he aprendido a mirar a la cara, lo he comprendido y de el he aprendido. Todos los procesos significati-vos que hay detrás de la convivencia con el miedo me han enri-quecido, fortaleciéndome como ser humano. Cada una de las señales, manifestaciones, percepciones y sensa-ciones que produce el miedo los he observado, analizado y me han enseñado a depurar, enfrentar y disfrutar la vida. Desde el vientre materno he saboreado el miedo, pasando por los diferentes etapas, código, ciclos, frecuencias de la vida y hoy con total convencimiento puedo decirle: "Miedo, aquí estoy". Estamos y hemos sido programados, condicionados a vivir con el miedo que da origen a todas las demás emociones generadoras de culpa y resentimiento. Nos han educado, poseído y esclavizado con base en el miedo, la intimidación y la represión, haciendo de nuestras vidas una permanente confusión, caos y guerra interior. Por miedo a los convencionalismos nos convertimos en adúlteros, pretendiendo ser lo que no somos y vendiendo nuestra conciencia al mejor postor. Somos marionetas, idiotas útiles que nos controlan y manejan con base en el pánico y el terror. Fingimos, reprimimos, comprimimos y vivimos una vida falsa basada en la mentira. Tenemos una multitud de personas dentro de nosotros que nos obligan a comportarnos, a pensar y hacer las cosas por miedo al qué dirán, por complacer a otros y a vivir la vida de los demás. Al convivir con otras personas en la sociedad poco a poco empiezas a sentirte confinado, limitado, como si tuvieras muros a tu alrededor; la vida se convierte en un encarcelamiento sutil y muchas veces no sabemos cómo salir de él. Estamos presos como el loro en una jaula de oro, en donde aparen-temente lo tenemos todo, alimento y una zona de comodidad, que aunque nos abran la puerta no nos atrevemos a volar. Por costumbre o tradición; por la religión o la educación estamos sometidos a hacer parte de la sociedad del miedo. La mayor parte de la gente cree que las circunstancias de sus vidas se basan en ocurrencias aleatorias incontrolables. Nos han privado de desarrollar nuestros poderes y potencialidades. Somos ya el producto de una gran cantidad de programaciones, condicionamientos, protocolos, normas, leyes, etiquetas que nos van aislando de nosotros mismos. En aras de la apariencia de la superficialidad de complacer a los de-más, de vivir en la circunferencia, hemos perdido nuestra identidad. Nos han estado dirigiendo y hemos permitido que nuestras vidas sean vividas por los demás. La vida es una incertidumbre, un misterio permanente, un laberinto peligroso, una apuesta en la cual nadie sabe lo que pasará. El hecho de no saber es maravilloso, hermoso en sí mismo. Si la vida fuera previsible no valdría la pena vivirla, si todo fuera como deseamos y en todo hubiera certeza, no seríamos seres humanos sino máquinas programas. Vivimos en un mundo lleno de milagros permanentes, cada situación y circunstancia a la que nos enfrentamos genera corrientes de ener-gía en donde suceden cambios extraordinarios. A nuestro alrededor ocurren fenómenos de encantamiento que muchas veces no percibimos. Tenemos que dejarnos asombrar por todo lo que nos suceda, sumer-girnos en las aguas profundas del misterio, de la incertidumbre, ya que el hombre es libre en la medida en que este lleno de sí mismo, de amor y libertad. La libertad implica inseguridad, en donde la teoría de la incertidum-bre refleja que uno vive en un estado de posibilidades infinitas que son fabricadas por uno mismo. El mundo existe en un estado de constante flujo, en el que incluso, el más pequeño cambio genera una cascada de eventos que transforman inmediatamente otras esferas. Vivimos inmersos en el miedo, el pánico, el terror que nos paraliza y nos mata. La intimidación está a la orden del día. Cuando identifica-mos y somos estratégicos con el miedo podemos enfrentarlo con argumentos. Nadie puede amar a un hombre que tiene miedo, porque éste es el caldo de cultivo para las demás emociones, como la indecisión, inse-guridad, intolerancia, insatisfacción, decepción, frustración, amar-gura, rabia, odio, culpa, resentimiento, depresión, angustia, ansie-dad y obsesión. La persona más peligrosa es aquella que tiene más miedo porque no sabemos cómo va a reaccionar. El miedo es ese pequeño cuarto oscuro donde los negativos son revelados. Si uno tiene miedo, esa energía se expande se vuelve contagiosa, se convierte en epidemia. El temor nos impide avanzar. Ya es hora que comprendamos nuestros miedos, siendo estratégicos, prudentes y valientes. Cada acto de nuestra vida debe servir de motivación para la conquista y para alcanzar nuestros sueños. Tenemos que estar bien despiertos, con un corazón y una mente llena de argumentos, con amor, con libertad; porque a través del amor podemos vencer el temor; siendo auténticos, transparentes, consecuentes con la vida y con la existencia. Es preciso deshacernos del miedo, muchas personas eligen y deciden estar en el miedo porque así forman parte de la sociedad, de la costumbre, de la tradición, de la religión. Les encanta pertenecer a algo o a alguien. La mayoría de todas las religiones y de sus tradicio-nes son movidas por el miedo. Ese miedo, a lo desconocido, al futuro, a la muerte, a la sensación de estar perdido, ese miedo que no sirve para nada te mutila, intimida y esclaviza. Si realmente deseas estar vivo, deberás aceptar la posibi-lidad de estar perdido, aceptar la inseguridad de lo desconocido, del asombro, del misterio, el desdén, la inconveniencia de lo extraño. El miedo siempre te pide garantías y promesas. ¿Pero quién puede darte garantías? ¿Quién puede servirte de garantías para tu vida? ¿Quién te dará una póliza de seguros si ya estás muerto? ¿Cuántos cementerios ambulantes hay por la vida llenos de miedo? En la existencia nada está asegurado, porque si lo estuviera, te perderías de toda la emoción, de vivir en el asombro por los laberintos de la vida. Cuando comprendemos que la vida es bella porque es insegura, porque existe la muerte, porque se puede echar de menos, ya que si no todo nos será impuesto y esto se convertirá en nuestra prisión. El universo no puede darte ningún tipo de garantías, solamente un cuerpo muerto está protegido; ya que lo que está vivo está inmerso en la incertidumbre, en el riesgo constante, en el peligro. Mientras más vivamos intensamente, mayor es la aventura. Nos han enseñado a obedecer, a pedir aprobación y permiso para todo, hasta para vivir. Si creemos en la existencia, si nos aban-donamos en ella, esta te protegerá. Si vamos en pos de la aventura, del descubrir permanentemente, del experimentar y saborear la vida, esta te brindará una protección infinita. Pero si no logras comprender como accionar el universo, si no te introduces en su núcleo, en su centro, andarás a la deriva. Tenemos que atender diariamente el llamado de lo desconocido, hay que vivir en el misterio porque esa es la única manera de sentirnos vivos, no hay de otra forma. Ya es hora que rompamos con nuestra zona de comodidad, con las falsas seguridades y exploremos cada milímetro de nuestra vida, que vivamos intensamente, que experimentos, porque esa es la única manera de despertar, de aprender, de encontrar la verdad. Es el momento de encontrarte, de ser tu mismo, de dejar que te manipu-lan, chantajeen, intimiden y obliguen a vivir la vida que no es tuya. Ya basta de sentirte la víctima, de buscar excusas, de postergar. No trates de asentarte en ninguna parte, porque la vida no se queda quieta, porque todo es cambio permanente, alquimia, transforma-ción, renovación, liberación. Ya es hora de liberarnos de tantas programaciones inútiles, de las faltas posturas, de las miles de caretas con que hemos construido nuestra personalidad, de tanta mentira, de tanta falsedad. Libérate de una vez por todas de vivir en ese infierno de la angustia del desespero, de la rabia, de la violencia generada por el miedo. A través de este libro conocerás y recordarás los diferentes tipos del miedo que están limitando tu libertad, y así podrás liberarte del infierno de vivir con él.