Carta Medellin
Sobre el porvenir humano de las urbes del mundo
La Carta Medellín nace en el seno de la administración municipal, liderada por el Comité Académico Local del Foro, y elaborado con la contribución de distintos autores e instituciones nacionales e internacionales, que la dotan de argumentos, interrogantes e hipótesis; y que animan a emprender una jornada internacional de pensamiento y acción sobre las concepciones acerca de la ciudad y de lo urbano, y el componente ético necesario para darle cabida a un discurso por la vida que sea trascendental en la formación de los ciudadanos.
Sin duda, este texto respira nuestra experiencia como ciudad, pero no pretende presentarla como el modelo a seguir ni hacerla eje de la argumentación, fundamentalmente porque no se trata de prevalecer en el espíritu universal de las urbes, sino simplemente ilustrar con Medellín algunos modos de gestionar lo público y, en particular, lo urbano. También habla desde los profundos desafíos de nuestra ciudad, relativos a la equidad, la violencia, la educación, la participación de los ciudadanos y la cultura de la legalidad; e invita a pensar en alternativas viables para abordar estos asuntos en nuestras urbes.
La Carta Medellín, fundamentalmente va al encuentro de la noción de ciudades para la vida con equidad. Es un texto en elaboración que pretende ser insumo para el debate, en el que participan y seguirán participando intelectuales, académicos, expertos, centros especializados e instituciones líderes en urbanismo, tanto de Medellín como de ciudades de otros continentes. De igual forma, es el resultado de la interacción y cooperación que se ha mantenido en esta época con el Sistema de las Naciones Unidas, en particular con la ONU-Hábitat en estos asuntos.
Esta Carta consta de una presentación de Medellín ante el mundo, que habla de sus méritos y su horizonte, y de dos partes: la primera está dedicada a motivos, visiones, valores y principios; podría decirse que es la sustentación filosófica de una ciudad para la vida. Y la segunda pone en consideración la gestión integral de las ciudades y sus retos.
En la Primera parte, bajo la convicción de que “errores y desastres, producidos por sueños y una prepotencia sin límites del ser humano, han conducido al presente estado de calamidad e inseguridad internacionales” (texto más adelante), se exponen las siguientes proposiciones en torno al valor de la vida y la búsqueda de la equidad, las cuales apenas esbozo:
— La unidad diversa entre ciudades permitirá la unión de voluntades humanas en medio de la esplendorosa diversidad del planeta, potenciando e integrando la riqueza y propuesta de civilizaciones y culturas, en ocasiones milenarias. El diálogo y el encuentro entre expresiones y actitudes multiculturales procurarán integrar, en una concepción renovada de la cultura, la fecunda conexión entre el humanismo, la ciencia y la tecnología; e incorporarán las dimensiones ética, estética y espiritual; lanzarán con nuevo vigor los ideales de verdad, belleza y bondad, subyacentes en todas las civilizaciones del planeta; y comprenderán que la cultura no solo estimula producir, sino, ante todo, facilita pensar sobre aquello que se produce.
— Integración cultural que admita el surgir progresivo de un nuevo pensamiento en América Latina y el Caribe, a manera de ejemplo, desde el alma mestiza y multicultural, poniendo en sintonía y colaboración las vertientes indígena, afroamericana e hispana en cada uno y en relación con el otro.
— Las ciudades como escenario convergente del desarrollo de la ciencia, la tecnología y la técnica y su encuentro con economías plurales, equitativas, solidarias y justas.
— En todos los niveles de la sociedad y en todos los lugares del mundo surgirá una nueva comprensión o visión de la realidad de la Tierra y del vivir; y se facilitará el desarrollo práctico de nociones tales como equidad, justicia, paz y solidaridad.
— Aquí y ahora cooperado es la nueva cultura del vivir solidariamente. La solución integral a los problemas del mundo en tiempo real, con la presencia y cooperación de todos los actores sociales, será la forma de actuar y de construir ciudad
— La situación histórica nos ubica en un nuevo siglo y con ello en una nueva era de la humanidad. Era que cuestiona la concepción rentista de la ciudad y de lo urbano. La nueva dimensión del vivir colectivamente a escala planetaria plantea retos esenciales.
— Una nueva visión del progreso, resultado de que los habitantes de la Tierra perdieron la ilusión del progreso ilimitado y automático que parecía brindar una cierta interpretación de la historia, generadora de una gran incertidumbre y riesgos.
— Lo urgente es una revolución cultural que vele por el restablecimiento de múltiples prioridades esenciales, tales como: un mundo productivo de la mano de un mundo social; políticas de inclusión con una sólida promoción de la equidad; salvaguardia del Estado de Derecho y del Estado Social; cohesión social con primacía del interés general sobre el particular; y constitución de comunidades más solidarias y comprensivas.
— Una conciencia ecológica ampliada que despierta el interés máximo por salvaguardar los tesoros biológicos, ecológicos y culturales de las amenazas que ignoran fronteras y ponen en riesgo el ecosistema, al reclamar una reconstitución a escala humana, un fortalecimiento de la intercomunicación y una mayor cercanía. El futuro de lo local, de cada ciudad, se entrelazó con el futuro del planeta.
— El conocimiento ancestral desarrollado por los pueblos que se establecieron en América, constituye un auténtico “pensamiento americano”, tejido en una urdimbre muy amplia —la cosmovisión, visión propia de sí mismo, el mundo y el cosmos—, compartida diacrónica y sincrónicamente por milenios en todo el continente.
— Compartir principios como equidad, interdependencia, no-violencia, innovación, participación y transparencia, así como la integralidad, pluralidad, diversidad-unidad, sostenibilidad, coherencia-cohesión, derechos, reparación y continuidad.
— Compartir valores como libertad, autonomía, tolerancia, respeto, confianza, credibilidad, seguridad integral, corresponsabilidad y Paz.
La Segunda parte se ocupa de la gestión integral de las ciudades, destacando herramientas e instrumentos fundamentales para hacer de la vida y la equidad ya no criterios filosóficos sino realidades. De ellos destaco:
— La gobernabilidad y gobernanza —institucionalidad y justicia—, una mirada más allá de la seguridad y la participación hacia la noción solidaria de la ciudad en corresponsabilidad, justicia, transparencia y legalidad. Una concepción que se soporta en la continuidad de políticas.
— Educación y cultura: pilares del buen vivir. Hacer de las ciudades espacios de educación que ocupen a sus habitantes en pensarla y proponer modos de vida creativos, abiertos a nuevas conquistas culturales. Que sea comprendida más allá de un espacio físico rentable, y permita el juego entre seres pensantes para realizar sus iniciativas de ciudadanía. Lugar de acogida para los niños que emprenden sus aprendizajes; y donde jóvenes y adultos cultiven oportunidades de encuentros y desencuentros, acuerdos y disensos, entendiéndolos como parte normal de la convivencia. La educación como herramienta de equidad y transformación cultural.
— La estética como postura ética promueve en el urbanismo y en las expresiones de ciudadanía cultural y educativa un camino para que la belleza invite a la equidad, la dignificación de la vida y la resistencia. Un camino para que la reflexión ética se haga desde una narrativa de la vida.
— El arte en la ciudad. Las experiencias artísticas constituyen modos de compartir vivencias y estrategias que identifican a la comunidad con el lugar. De esta manera, la ciudad, entendida como el centro común, profundiza en su esencia y se ofrece como laboratorio de creación donde acontece la vida.
— El urbanismo pedagógico es una forma para construir ciudad en el desarrollo de nuevas relaciones con el espacio público, los equipamientos y los usos de ciudad que pasan por la apropiación, la construcción colectiva y la participación, haciéndola una verdadera “ciudad escuela”.
— Los sistemas de transporte y movilidad son instrumentos de democratización y equidad al integrar la ciudad y a sus ciudadanos.
— Hábitat sostenible a través de visiones y estrategias que garantizan la gestión integral del territorio, el hábitat, la vivienda, la planificación del espacio público y la movilidad sostenible. La sostenibilidad y el hábitat entendidos en relación con la ciudad de cara a sus recursos, a su viabilidad y al cuidado de lo social, lo económico y lo ambiental.
— Lo urbano-rural. La planeación y gestión articulada y armónica entre lo urbano y lo rural garantizarán que se soporten las demandas de lo urbano, tanto en calidad ambiental como en provisión de alimentos y suelos suficientes y adecuados para el mismo desarrollo urbanístico; demandas basadas en una análisis de la oferta de bienes y servicios ambientales que provee la ruralidad y las necesidades del sector urbano, tratando de lograr un sano equilibrio de cargas y beneficios.
— La equidad como acción positiva, que produce inclusión de grupos como jóvenes, mujeres, niños, colectivo LGTBI, afrodescendientes y población vulnerable, entre otros, para que la ciudad se comunique con la diferencia.
— La equidad territorial, que ofrece el equilibrio en la ciudad y sus relaciones conurbadas y de frontera, para garantizar la disminución de la brecha que se hace cada vez más aguda entre las ciudades y dentro de las comunidades urbanas.
— El desarrollo económico con equidad, que tiene por premisa avanzar en la ruta de la competitividad, el progreso y la tecnología sin incrementar las brechas, haciendo eco a la llamada por la sostenibilidad económica, social y ambiental. Las ciudades se esfuerzan por armonizar el crecimiento económico con el cuidado de la sociedad y de la humanidad.
La Carta Medellín, finaliza destacando algunos instrumentos que potencian un nuevo concepto de ciudad; y pretende ofrecer una comprensión plural del concepto ciudades para la vida, proponiendo un reto ético en la nueva visión del desarrollo. En el título “Matriz ciudades para la vida” puede encontrarse esta mirada de las ciudades para la vida como:
Tejidos urbanos que construyen, enriquecen y hacen amena la vida de todo ciudadano; un constitutivo de metas para toda la humanidad que conduzcan a pensar en el futuro de la ciudad y de lo urbano, porque es urgente volver a humanizar y dar sentido al diario vivir, a las relaciones del ser humano con el contexto y sus intercambios múltiples, locales y externos. Se hace imprescindible encontrar respuestas oportunas de vida a necesidades, anhelos y sueños de ciudadanos, muchos de estos en condiciones de pobreza y marginalidad, excluidos de oportunidades y herramientas para su progreso individual y colectivo. Se hace obligatorio restablecer los equilibrios y conexiones perdidos, y el desarrollo de todas las especies y expresiones de vida. Repensar en profundidad las vías que pueden conducir a estilos de vida urbana, sostenibles con calidad, se convierte en tarea impostergable en todos los continentes y culturas.