Quise ser más bandido
Pero el corazón no me dejo
Autor: | Ruiz Sanchez, Jair Eduardo |
PRESENTACION
Como muchas de las personas que conocemos a Jair Ruiz jamás me imagine que aquel “gordo” dicharachero, mamador de gallo, simpático y talentoso en el arte de hacer amigos, terminaría inmiscuido en actividades delincuenciales.
Debo reconocer que me lleve una sorpresa después de algunos años sin saber de su paradero sobre el futuro que había corrido su vida en medio de las armas, pues a pesar de que el protagonista de esta historia había sido criado en el seno de una familia trabajadora y unida, había compartido junto a su generación las bondades de un pueblo de ensueño como Tame y había obtenido la oportunidad de prepararse académicamente en una universidad, ahora representaba los intereses de un grupo al margen de la ley.
Si bien en torno a este libro serán muchas las conjeturas que se tejan para explicar porque un joven hijo de personas de bien termino como actor del conflicto, considero lo valioso de quien con el corazón en la mano escribe esta en reconocer que para recobrar el camino del bien se debe estar en paz con Dios
Antes que buscar una explicación lógica que nos conduzca a formular responsables o culpables, los invito a reconocer en este texto un acto de contrición, pues para nadie es un secreto que si bien nuestras actuaciones han sido condicionadas por la guerra que nos tocó vivir a los habitantes de la media Colombia, los principios y valores han sido una constante no ajena de los errores y que hoy un preciado amigo reconoce para someterlos a la vida pública con el fin de ser perdonado y ganarse otra oportunidad.
Esta es la historia de quien en la delincuencia fue conocido como “Nicolás Escobar”, “Pagado”, “El Gordo Pompilio”, “Eclipse” o “08”, el mayor de los hijos de su familia que en febrero de 2000 se graduó como Licenciado en producción agropecuaria de la Universidad de los Llanos, y quien desde ese mismo momento ingreso a las autodefensas por determinación propia.
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El autor de este libro reconoce en sus páginas que fue delincuente por gusto, que no entro a las AUC para cobrar venganza por la muerte de su papa y su hermana, que no se hizo bandido para ganar dinero pues después de la muerte de su padre su familia tenía medios de subsistencia, que para internarse en el conflicto confió en la amistad de personas que había conocido como civiles y que su motivación no era otra que la de verse inmiscuido en un mundo de fiesta, mujeres y diversión, del cual la experiencia sería completamente ajena como lo narra en este texto.
Esta es una historia llena de experiencias algunas aparentemente simpáticas y otras sumamente duras, que representan la verdad de un individuo que llego a ser hombre de confianza y cercano colaborador de algunos de los más connotados y reconocidos jefes del paramilitarismo en Colombia como “Cuchillo”. “Don Mario”, “Miguel Arroyabe” y ‘El Mellizo’ Miguel Ángel Mejía Munera.
Él ha tomado la determinación de escribir sus vivencias asumiendo que forma parte del Proyecto de Reparación Simbólica que lideran los desmovilizados del conflicto, con el ánimo de contribuir a Frenar la incorporación a estas Organizaciones Armadas Ilegales aún existentes en Colombia, y que siguen siendo responsables de reclutar mediante engaños a estudiantes, desempleados, excombatientes y sociedad en general.
“Quise ser bandido, pero el Corazón no me dejo…” busca promover gestos de Paz que permitan la reintegración y la búsqueda de un perdón entre Víctimas y Victimarios, contribuye en los cambios de la vida afectiva, emocional y sicológica que vive una persona que milito en organizaciones irregulares, restablece la dignidad de quien por cuenta de su responsabilidad ha estado marginado y alejado de sus seres queridos y trata de vencer temores y miedos frente a la oportunidad de reintegrarse a la vida civil.
Para muchos será complejo perdonar, no tanto como para el autor lo es reconocer, en un texto que comprendo busca explicar a quienes ven una posibilidad de surgir en el conflicto, que la fantasía no es tan así como la hacen ver quienes en él participan, sumado esto a que cuando no hay razón para ello perdonar es dar amor.
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Si bien mi nombre como el de muchas personas aparece en la líneas de este texto, por cuenta de la compleja situación que afronta el país me veo en la penosa situación de permanecer en el anonimato al presentar este libro que en mi concepto representa la equivocada intención de un hombre en busca del perdón que creo se merece.