Reseña

A lo largo de la historia, la ética fue diseñada en función de la razón y la lógica humana; para el homo sapiens. Desde hace ya bastante tiempo, se nos ha querido inculcar desde niños el siguiente principio moral: el que siembra cosecha. Sin embargo, antes que buscar generar un comportamiento ético razonable y lógico en el hombre de nuestro tiempo, es necesario fundamentar en él una consciencia ética. Es decir, una estructura de valores coherente con lo que siente, piensa y desea desde su cualidad de ser soñador, creativo y libre.
De cara a los nuevos tiempos, las generaciones contemporáneas no logran ser motivadas por la ética del buen comportamiento, por lo cual el mundo enfrenta una crisis de valores sin precedentes. Las instituciones tradicionales, encargadas en el pasado de formar al hombre en la bondad, el pacifismo, el altruismo y el compañerismo, se quedan ahora sin argumentos morales eficaces que puedan garantizar la construcción de un futuro mejor para la especie humana. Ya no es posible generar ardor en el corazón de los jóvenes, ni siquiera mediante “el buen ejemplo” ¡LO CUAL ES MUY BUENO! porque esto quiere decir que el hombre contemporáneo desea derribar la fachada de “la moral, de las buenas costumbres y de la correcta honra” para conocer más de sí mismo. Ante lo cual, necesita ser orientado mediante un nuevo lenguaje, más vital y generoso con los cambios de su pensamiento libertario. Un lenguaje que puede ser comunicado, solamente a través de cambios profundos en la educación que se imparte actualmente en los colegios.
La nueva ética para el alma es una ética para la consciencia. Llega hasta lo más profundo del ser humano actual, recordándole que el hombre es un ser con un potencial ilimitado, cuyo valor más preciado es la fe (no necesariamente religiosa). Esta ética no da razones para fundamentar la paz del mundo, sino más bien, da razones para que el hombre reconozca que la paz siempre ha sido su más fuerte anhelo, tanto a nivel biológico y mental, como también espiritual...