La Tropical Oil Company
Las luchas obreras en Barrancabermeja
Autor: | Barba Rincón, Jaime |
Dos hombres marcan la historia de los años veinte del pasado siglo en los escenarios de las luchas obreras y la literatura: Raúl Eduardo Mahecha Caycedo, líder organizador del movimiento obrero en los enclaves colonialistas del río Magdalena, y José Eustasio Rivera, el inaugurador del arte de escribir novela con profundo contenido romántico y social en Colombia, con su obra La Vorágine, cuyo principio es el final y a la vez el principio: “Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”. Drama revelador de la vida del llanero y del cruel trato de los caucheros del Amazonas por parte de la Casa Arana.
Los papeles de la otra novela en proyecto, Manchas de aceite habría de llamarse, se quedaron en el tintero y tan solo nos queda su Debate ante el Senado, en torno de la ignominia del trato de la Troco dado a sus trabajadores.
El otro, Raúl Eduardo Mahecha, se jugó la vida por la acción política en el corazón de la clase obrera naciente, en el río Grande de la Magdalena y Antioquia. El uno del Guamo, Tolima, y el otro, de Neiva, Huila; ambos protagonistas hijos del Tolima Grande.
El corazón del líder y el corazón del poeta se confunden en la urdimbre de sangres de esa Colombia mestiza que comienza a despertar de las guerras civiles que sí apenas comienzan a liberarnos de la orfandad en los fulgores del siglo veintiuno.
La presencia de la Tropical Oil Compan, y, genera una euforia sin límite, y, a su vez, una resistencia civil, como bien lo relata y lo interpreta cabalmente el padre Jaime Barba. Miles de gentes de las diversas regiones del país llegaron a Barrancabermeja con la ilusión de engancharse en la Troco. Largas colas se formaban a la espera de los exámenes médicos. El trabajo era duro y recio, ya en El Centro, ya en el desmonte para el trazado del ferrocarril.
El libro nos lleva y nos trae por los caminos del trabajo, el descontento y malestar social generado por los malos tratos de los capataces de la Troco y la debilidad de los alcaldes que entre la espada y la pared optan por la espada, la empresa petrolera Tropical Oil Company.
La figura tierna, delicada y beligerante de María Cano, moldea las reivindicaciones obreras norteamericanas, edificadas por la clase obrera de Chicago, bajo la bandera de los tres ochos del trabajo, el sueño y la recreación del ser humano.
Mahecha fue un líder, no un obrero: encarnaba el espíritu de lucha de los obreros petroleros de Barrancabermeja, desde el pozo Infantas hasta el nuevo escenario de las bananeras del Magdalena, principio del fin de la hegemonía conservadora.
Igual ocurre con la personalidad de María Cano, quien con una sensibilidad social de libertad, emerge de la tradición periodística generada por la familia Cano, en el periódico El Espectador.
María Cano procedía de una familia liberal de Medellín, Raúl Eduardo Mahecha Caycedo, de una de las familias de la élite conservadora del Tolima. Acaso en la historia de la vida privada y de la intimidad podamos desentrañar los avatares del tiempo. María del Carmen, la hermana de Mahecha, una bella mujer que tuve la oportunidad de conocer en el final de su vida, era una funcionaria del Senado de la República. Ella no compartía el accionar político de su hermano del alma, pero desde la escena familiar lo tenía al tanto de todos los acontecimiento políticos en Bogotá. Su relación amorosa con el ministro de Guerra, Ignacio Rengifo, en la presidencia de Miguel Abadía Méndez, fue definitiva para la historia privada, acaso la verdadera historia.
A todo lo largo del Río Magdalena crece la agitación política de los socialistas, no solo en los enclaves coloniales, sino entre los trabajadores de los ferrocarriles. Por el ferrocarril y los barcos de vapor, de puerto en puerto, y de estación en estación, circulaban los múltiples periódicos a lo largo y ancho del río Magdalena.
Por su parte, los liberales comparten desde Bogotá la acción política obrera en el río Magdalena, que concluye con los sucesos de la zona Bananera de Santa Marta. El debate del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán fue substancial entre los obreros y la pobrecía en las diversas ciudades de Colombia, dando inicio al ascenso del partido Liberal al poder y la caída de la hegemonía conservadora.
La reflexión política se observa en la naturaleza misma del libro. Es interesante el análisis de cómo la ciudad se va modelando con el paso de la población flotante a la población de ciudad de pertenencia con arraigo telúrico y sentimiento colectivo de amor por lo propio, que observamos en nuestros días.
Los cambios operados en Barrancabermeja tienen varias instancias: La Tora como puerto de paso del río Magdalena, el puerto como necesidad de la empresa petrolera, el crecimiento inusitado de la población obrera, la fundación de la ciudad, las luchas obreras de los años veinte del pasado siglo, los cambios sociales que surgen con la Revolución en Marcha, del presidente Alfonso López Pumarejo en los años treinta y la reversión de la Concesión de Mares al gobierno nacional, que significa la creación de una nueva realidad: La Empresa Colombiana de Petróleos, ECOPETROL.
En esta nueva era de la explotación de los hidrocarburos en Colombia, valga destacar a los intelectuales Diego Luis Córdova, el médico Gonzalo Buenahora y el eminente y generoso abogado de los trabajadores, Diego Montaña Cuéllar. Del otro lado, el inaugural de estado, Mario Galán Gómez, el hombre eminente de la provincia de García Rovira, en Santander, padre del sacrificado candidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento, en la época más trágica del narcotráfico en Colombia.
Barrancabermeja es la ciudad en que el padre Jaime Barba ha crecido al ritmo creciente de ciudad. Su vida está y estará allí con un profundo sentido social de pertenencia.