Poesía ante la incertidumbre
Libro impreso en papel
Autores: | Cote, Andrea Galán, Jorge Lanseros, Raquel Aldazábal, Carlos J. Wajszczuk, Ana Figueroa, Damsi Rodríguez Moya, Daniel Yrigoyen, José Carlos Ruiz Udiel, Francisco Calderón, Alí |
Colaborador: | Díaz Granados, Federico (Coautor) |
Hace unas horas acabé de leer esta excepcional antología y me siento aún invadida por su frescura, por su excelencia. Cada uno de los poetas que la integran busca cómo comunicarse, cómo compenetrarse con el lector, cómo ser transparentes sin ser frívolos, sin descuidar la forma, cómo ser rigurosos con la palabra y comunicar sus vivencias, sus emociones. Los poemas conmueven, nos obligan a reflexionar, nos abren las puertas.En este libro, poetas jóvenes, veloces pájaros de España, México, El Salvador, Nicaragua, Colombia y Argentina, con voces ya maduras o espléndidamente maduras, entrarán pronto, con ardiente paciencia, como diría Rimbaud, a las espléndidas ciudades. La llama en la pradera verde se volverá una alta llamarada.Hay en estos poetas un diálogo con la incertidumbre, una conversación que no parte del aserto sobre el que prevenía Zaratustra: «remover las aguas para parecer profundo», algo de frecuente recibo en algunas tendencias líricas que, sin mundos qué expresar, se esconden tras una niebla de palabras. Sin que se trate de un asunto programático, a estos poetas los hermana el despojo, la pesquisa y el encuentro de la palabra justa en el inmenso pajar del lenguaje. Mas no por desacralizadora y cotidiana esta poesía abandona el rigor. A lo que no acuden estos poetas es a los simulados hermetismos, a esa vieja herencia de aquel que se ahogó en su propio reflejo, en las aguas de su propio deslumbramiento.Claribel AlegríaEn este libro, poetas jóvenes, veloces pájaros de España, México, El Salvador, Nicaragua, Colombia y Argentina, con voces ya maduras o espléndidamente maduras, entrarán pronto, con ardiente paciencia, como diría Rimbaud, a las espléndidas ciudades. La llama en la pradera verde se volverá una alta llamarada.Hay en estos poetas un diálogo con la incertidumbre, una conversación que no parte del aserto sobre el que prevenía Zaratustra: «remover las aguas para parecer profundo», algo de frecuente recibo en algunas tendencias líricas que, sin mundos qué expresar, se esconden tras una niebla de palabras. Sin que se trate de un asunto programático, a estos poetas los hermana el despojo, la pesquisa y el encuentro de la palabra justa en el inmenso pajar del lenguaje. Mas no por desacralizadora y cotidiana esta poesía abandona el rigor. A lo que no acuden estos poetas es a los simulados hermetismos, a esa vieja herencia de aquel que se ahogó en su propio reflejo, en las aguas de su propio deslumbramiento.Marco Antonio CamposHay en estos poetas un diálogo con la incertidumbre, una conversación que no parte del aserto sobre el que prevenía Zaratustra: «remover las aguas para parecer profundo», algo de frecuente recibo en algunas tendencias líricas que, sin mundos qué expresar, se esconden tras una niebla de palabras. Sin que se trate de un asunto programático, a estos poetas los hermana el despojo, la pesquisa y el encuentro de la palabra justa en el inmenso pajar del lenguaje. Mas no por desacralizadora y cotidiana esta poesía abandona el rigor. A lo que no acuden estos poetas es a los simulados hermetismos, a esa vieja herencia de aquel que se ahogó en su propio reflejo, en las aguas de su propio deslumbramiento.Juan Manuel Roca