Tengo un Filin
Autor: | Padilla Ramírez, Erasmo |
El libro que tienes delante es lo que podríamos llamar un libro casi perfecto. Si conoces lo que es el género cancionístico llamado el filin o feeling seguro te va a gustar. Igual si no sabes lo que es el feeling. No conocer el filin nos pasó a muchos. Al mismo autor Padilla. El, como yo, y como muchos caribeños y latinoamericanos, nos criamos con el filin sin saber que tenía nombre propio. Después nos vinimos a enterar. “Contigo en la distancia” y “La gloria eres tú,” fueron el pan nuestro de cada día, en especial en los años duros, en muchos sentidos, de la adolescencia. Ya al borde de dejar atrás la segunda edad, y una vez adentrado en el estudio de la música, fue que yo me vine a enterar que el filin había sido un formidable movimiento musical encabezado por nombres, emblemáticos hoy, como César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez y otros muchos. Erasmo Padilla conoce como nadie ese movimiento. Conoce las canciones. Ha leído y estudiado todo lo escrito sobre el filin, entrevistado a los autores, pero también llegó a conocer, entrevistar, y charlar a fondo con los fundadores e intérpretes de ese estilo. Todo ese enorme caudal de conocimiento lo ha vertido aquí para el placer de todos nosotros. Qué puedo agregar a lo que tan bien ha escrito Padilla? Muy poco en realidad. Sólo me gustaría subrayar dos aspectos del filin que son su parentesco con la realidad musical y cultural del continente que se manifiesta, a mi modo de ver de dos maneras. Una me la hizo recordar hace poco un amigo norteamericano con un conocimiento general de nuestras músicas. Estando de visita en mi casa y tocando yo en mi viejo tocadiscos, que aún funciona, una versión instrumental de “Me faltabas tu,” con Chucho Valdés al piano, me preguntó …“y eso que pusiste a tocar qué es, bossa nova?” No estaba muy lejos de la verdad ya que el filin, como el bossa nova, y el bebop del jazz norteamericano están todos emparentados . Formaron parte de un movimiento hemisférico, que nace recién acabada la Segunda Guerra Mundial, a través del cual jóvenes músicos en Cuba, Brasil, y Estados Unidos rompían con viejos cánones con frecuencia corrompidos por afanes netamente comerciales. Buscaban nuevas aproximaciones armónicas, y nuevas formas de expresar sentimientos complejos. Claro que cada una de las manifestaciones de esta revolución musical tuvo sus características particulares. El bop norteamericano fue puramente instrumental; no así el filin cubano o el bossa nova carioca. Y ninguna era música bailable, o por lo menos, no era fácil de bailar. Mejor dicho: no fueron lanzadas simultáneamente como estilo bailable como lo fueran el swing, el mambo y la samba. Hay otro parentesco. Basta escuchar al cubano Fernando Alvarez, a la tica-mexicana Chabela Vargas, a La Lupe, a la “Tariácuri” Amalia Mendoza, al gitano Cigala, a Concha Buika, y al uruguayo Cácereres para darnos cuenta de que en todo el mundo hispanoparlante durante el siglo veinte y lo que va del veintiuno, compositores, intérpretes y el público consumidor hemos hecho del sentimiento un lugar sacrosanto, inaccesible en cierto sentido a la mercantilización masiva. El filin, al igual que todo lo que llamamos el bolero, las rancheras, el cante jondo, y el tango, es una forma de retiro espiritual de nuestra más delicada y sensual intimidad. Disfrute pues amigo lector de todo lo que usted quiso saber sobre ese arte tan nuestro y tan sutil como es el filin en la exquisita narración de Erasmo Padilla. Raúl Fernández Musicólogo-Profesor de la Universidad de California. Los Angeles, Febrero de 2013