Reseña

Éramos pocos quienes sospechábamos en el coronel
Aureliano Buendía cierto sentido poético por el cual diferenció su vida de la de otro militar cualquiera, y por el que se dedicó a la fabricación de pescaditos de oro en su taller. Mas he aquí que también escribía
poemas, innumerables, que él mismo destruyó,
treinta y tres de los cuales han sido recuperados por Ramiro Oviedo. Se diría que Ramiro se metió en Cien años de soledad y, tomando al coronel de la mano, lo hizo entrar en la poesía, donde llegó a la altura —alta— de su guía, la de Jeroglifo y Esquitofrenia,
por ejemplo. Poeta raptando a un personaje de
ficción, u orfebre aplicando su arte a la poesía, sus poemas, que aparecieron primero en francés, vienen a enriquecer la poesía ecuatoriana tan calmada e inmóvil en estos últimos años.