Reseña

Publicados en múltiples medios y bajo distintos seudónimos ?pero siempre escritos con resentimiento y espanto?, esta serie de textos del artista, escritor y curador Víctor Albarracín (Neiva, 1974), compila señalamientos críticos contra la petrificación institucional del arte, pero, sobre todo, reúne anécdotas que irradian melancolía y nostalgia. Son textos escritos a partir de las experiencias que el autor ha acumulado a lo largo de sus múltiples trabajos: libretista, editor y locutor para programas de radio; conserje en una clínica de reposo; cantante de rock; librero; corrector de estilo de libros de odontología, filosofía, bioética, estudios ambientales, historia; escritor negro de prestigiosos columnistas en revistas culturales; profesor universitario; editor y galerista. Incluso, asegura el autor, sabe hacer pollo tandoori, pues fue mesero y ayudante de cocina en un elegante café en Rosales.
Y, sin embargo, El tratamiento de las contradicciones, que también se podría haber titulado: Mastico desgaste, ?como escribe Albarracín por ahí en una frase suelta?, no es un libro que refunfuñe lecciones morales, sino un libro que hace preguntas: «¿Cuándo empieza uno a convertirse en su padre?». «¿Serán conscientes de que la literatura habla de posibilidades de vida aquí y ahora y no en otra galaxia dentro de millones de años?».
El tratamiento de las contradicciones es uno de esos libros que entienden el arte no tanto como lo que sucede en una galería, sino como algo que se sacude junto a la vida.