Reseña

Vivimos en un mundo donde la ironía y la locura flotan en el aire, las respiramos y las exudamos, volviéndose parte de nuestra cotidianidad y de lo que somos. Difícilmente podemos evitarlas y acaso sucumbimos para quedarnos en ellas.
Es la ironía de la mano de la locura, las que precisamente le dan cuerpo a los relatos de la novel escritora Diana Merizalde, quién las logra plasmar en sus escritos con un estilo ligero, cargado de humor negro. De fácil lectura, en cada uno de ellos encontramos reflejado aquello con lo que nos enfrentamos a diario, la desidia, el absurdo, la depresión, la alegría pero sobre todo la certeza de que los finales felices solamente están en los cuentos de Hadas.
Estos relatos enfrentan al lector a las paradojas cotidianas moviéndose entre lo trágico, lo cómico, lo cotidiano y lo absurdo, llevándolo a reflexionar sobre la fragilidad de la condición humana. Y es que en “Si no estás loco estás muerto”  es posible encontrar un mundo muy cercano al de todos y cada uno de nosotros, y su lectura nos permite un instante de relax a cambio de una confrontación con esas paradojas, enfrentándonos con la realidad desde una perspectiva diferente, actual y sin medias tintas.
La locura, finalmente, no es una enfermedad mental, al menos no del todo, es también y sobre todo una enfermedad social; loco está quién no aprovecha lo que tiene, sea mucho o poco; el vecino que tira su violín a la basura, o el que de repente amaneció sintiéndose gato. El familiar que colecciona compulsivamente lo que recoge de la basura está desquiciado y aquel que no quiere vivir porque no encuentra razones lo está más. También es loco aquel que no dice lo que piensa, bajo el riesgo de que  el subconsciente decida hacerlo por su cuenta si es que no lo hace de manera voluntaria; o el que nos mira feo en la calle, sin que entendamos cómo es que a ese loco, no le parece mi nuevo vestido rojo de luto, porque mi amor decidió morir cuando estábamos más felices.
Es justamente esta locura la que encontramos reflejada en cada uno de los relatos que se presentan en esta publicación, la cual deja entrever las ironías de estar vivo y de vivir en un mundo que está de cabeza, donde solo los muertos se salvan de la locura, porque  no hay muerto malo.
Esta locura individual y colectiva, que nos acompaña a diario, es producida por nuestro entorno, del que somos a la vez un producto, bien regular por cierto,  y al que le devolvemos con creces lo que hace de nosotros, y por eso el título tan sabio, pues el que no está loco no está en este mundo.
Espero que puedan disfrutar tanto como lo he hecho yo, con cada una de las historias, que yendo de lo increíble, a lo triste, pasando por lo hermoso, lo absurdo o lo desesperante, me han dado momentos increíbles de reflexión y de sano esparcimiento sacándome un rato de mi propia locura para envolverme en la ajena, que es más la más divertida de todas.