Discípulos Misioneros en Comunión con cristo: Guía Catequista
Autores: | Valero Cárdenas, Yolanda Gutiérrez, Maria Oliva |
Jesús, luego de su resurrección y de su ascensión AL CIELO reunió a los apóstoles y les encomendó: "Id y haced discípulos de todos las gentes? enseñándoles a guardar todo lo que yo os he enseñado". (Mt.26/26). El presente texto evangélico que quiere ser el inspirador de la vida y la misión de nuestra Iglesia Particular, sitúa perfectamente el ser y la misión del catequista en el contexto de la misión de Cristo recibida del Padre y dela misión de la Iglesia. El catequista es siempre, y a la vez, discípulo de Cristo y formador de discípulos. Desarrolla un encargo de primer orden en la Iglesia. La grandeza de su misión y su responsabilidad están precisamente en la colaboración en la formación de los discípulos del Señor. Es un colaborador en la tarea que la Iglesia, que en cabeza de los Apóstoles y sus sucesores, recibió la orden del Maestro: hacer discípulos. El servicio del catequista adquiere hoy una importancia decisiva por cuanto ya los niños y jóvenes no alcanzan a recibir de la familia la formación básica de la fe y la vida cristiana. En sus manos, se puede afirmar, se está jugando el futuro de la fe y de la Iglesia. El catequista coopera de manera valiosa en la realización del encuentro del niño o del joven con Cristo vivo, punto de partida de una vida creyente caracterizada por el discipulado auténtico. El acompañamiento a los jóvenes y niños es cercanía de Cristo y de la Iglesia. De esta manera, la preparación humana, cristiana y misionera es el medio por el cual el Señor quiere llegar a cada uno. Esto hace pensar en las cualidades y la preparación pedagógica tan necesaria a la hora de la formación de la fe de las jóvenes generaciones. Lo anterior supone y exige algo previo: la condición del catequista como discípulo de Cristo y como miembro vivo de la Iglesia. El catequista antes de ser formador de discípulos misioneros, es él mismo, discípulo y misionero. En el Evangelio el testigo y el apóstol lo son como consecuencia del encuentro personal con Cristo y de su pertenencia de Iglesia, la gran familia de los discípulos de Cristo. Lo cual pide una preocupación permanente de cada catequista para crecer en la docilidad al Espíritu Santo mediante la oración y el serio empeño por dejarse guiar por la Palabra divina y la enseñanza de la Iglesia, Madre y Maestra. Este aspecto no se puede olvidar nunca. El crecer en la fe y el amor al Señor ha de ser una atención prioritaria del catequista, al mismo tiempo que una preocupación para atender a lo largo de la vida. La presente guía que con gran alegría presentamos quiere ser un instrumento para el desempeño de este gran servicio de la catequesis. Es el fruto del trabajo y la conciencia eclesial que ha animado al Instituto Catequístico de Zipaquirá lo largo de tantos años y que lo mantienen en constante atención para adecuar esta tarea evangelizadora a los nuevos tiempos y situaciones. La nueva guía es el punto de llegada de una cuidadosa revisión de lo anterior, y quise ser una ayuda para que el catequista desarrolle su encargo profético de la manera más eficaz en medio de los niños y jóvenes, futuro de nuestra Iglesia. La preparación al sacramento de la confesión y al de la primera eucaristía no es otra cosa sino el acompañamiento misionero de amor a los niños y jóvenes para que en estas fuentes de gracia lleguen a encontrarse de manera viva con el Señor, y acoger la fe, el amor, la misericordia y la vida nueva ofrecida por el Señor muerto y resucitado en la Comunidad de los discípulos que es la Iglesia. Quiera el Señor con su gracia hacer de esta guía un medio en manos de los catequistas que haga posible la comunicación de la luz, el amor y la vida.