Poemas Escogidos Tomo I
Poetas Colombianos y de Copacabana
Autor: | Restrepo Montoya, Jesús Maria Federico |
PROLOGO
Ante la enorme impresión que me causó esta certera selección
De composiciones poéticas de prestigiosos autores latinoamericanos, elaborada con un criterio conceptual meritorio y sesudo de parte de mi dilecto amigo Jesús Restrepo Montoya, he aceptado gustoso redactar un prólogo que se acomode a la categoría de la obra, deseoso de compartir méritos con tan connotados poetas, todos los cuales alcanzan cimera plenitud y gloria por la calidad y virtud de su inspiración.
Con tan impresionante selección de este Primer Volumen, se ha conformado una verdadera obra que introduce al lector en una sublime excursión de sentimientos que copa cualquiera ambición y expectativa espiritual. Es como una galaxia de manifestaciones en donde nada falta para suplir las aspiraciones humanas: Aquí el amor brilla resplandeciente como un sol para iluminar el alma desde la cuna hasta la muerte. El espíritu fortaleces su fe y elimina sus temores, sus dudas y sus desesperanzas, como si fuesen constelaciones influenciadas por los resplandores insondables de la Energía Cósmica, que solo vibra para la bondad.
La tristeza aparece ávida de calor en un rincón de este Universo con el fin de redimir sus vacíos y poderse incorporar al cosmos de la espiritualidad. El desamor es como un agujero negro porque absorbe todas las energías del ser humano que le impiden manifestaciones cordiales y se encuentra sumiso, en procura de su emancipación.
Los desengaños son como estrellas fugaces que se dirigen sin control al infinito, a la espera de secar sus lágrimas en los confines insondables del olvido, bajo el calor de la luz crepuscular. Las ilusiones brillan con luz propia convencidas de su autenticidad y son las únicas estrellas que guían las ambiciones humanas hacia el éxito esquivo sin comprometer la conciencia.
El olvido es como la materia oscura que impide toda manifestación visible y perdura ahí hasta la eternidad. La felicidad es la diosa de esta grandiosa Galaxia, objeto de toda admiración y dotada de plenitud sublime, como centro de atención y admiración. La alegría se esparce por todo este Universo como manera de mantener la fuente de vibración de energía que complacen el corazón humano.
El odio, el desprecio, el menosprecio, la venganza, la discriminación, la apatía son regazos cósmicos desprendidos de las singularidades que vagan por el espacio etéreo sin alcanzar a encontrar una ubicación certera por que no caben en los ámbitos evidentes de la razón. El silencio que enaltece el espíritu y le da plenitud al alma está presente a pesar de carecer de manifestaciones y es como el efluvio que fortalece la emotividad, el movimiento y la esencia de la vida. La ternura le da claridad a las nebulosas para poder apreciar la vibración de los sentimientos que le imprimen vida al corazón cósmico y son fuente de amor y bienestar.
Los sueños son estrellas que apenas empiezan a brillar en este Infinito en donde esperan perdurar y servir de guías para los aconteceres cotidianos e iluminar así las conciencias y señalar los caminos de rectitud. El arte se manifiesta en estos ámbitos siderales con emotivas manifestaciones, suficientes para dejarlas en la eternidad como un firmamento repleto de estrellas. La muerte se muestra en los confines de esta Galaxia, sin atreverse a formar parte de su esencia , pero irremediablemente presente en todo, a pesar de su lejanía y de la apatía que inspira, a sabiendas de que, más allá de sus confines, existe una mejor y fantástica claridad. Finalmente aparece Dios como amo y señor de la poesía, de los sentimientos, de la felicidad, de la alegría, de la plenitud, de la ternura, del amor, de los afectos, de la amistad, de la comprensión, de la esperanza, de la fe y de la razón, para darle vida a toda esa Galaxia de manifestaciones arcanas que vibran a través de las mentes privilegiadas de los poetas que se inspiraron y engalanaron sus gloriosas expresiones espirituales con diáfanas palabras para llegarle al alma a quienes tenemos el privilegio de recibir en nuestras ávidas manos esta selección literaria tan acogedora y singular.
En cualquier página que se abra existe el remedio para nuestras necesidades circunstanciales, como si las mentes de sus inspiradores hubiesen estado en íntima vibración con nuestras mentes inquietas y ávidas de logros emocionales. Aquí el tiempo no significa nada porque la lectura nos absorbe en una vivencia plena de la cual no deseamos salir porque nos causa enormes complacencias.
No me queda más que rendirle tributo de admiración a mi dilecto amigo JESÚS RESTREPO MONTOYA por el acierto de su consagración así como reconocimiento perenne a esos meritorios poetas que han sabido penetrar al corazón del hombre con la identificación de sus sentimientos cordiales con tan singular precisión, en todos los momentos cruciales de su existencia.
JOSÉ JAVIER URIBE CARVAJAL
Marzo 6 de 2008
INTROITO
La constante de la humanidad es el dolor, las guerras, las enfermedades, el estómago por satisfacer y desde el nacimiento el primer engaño al niño es el chupón. A pesar de todo la vida es bella, tiene momentos sublimes, tiene enormes alegrías y también grandes tristezas.
La vida no es la misma después de escuchar o leer una bella poesía. Cuando abro un libro de poesías siento que abro un tesoro. Mi reclamo a Dios es por no haberme hecho un buen poeta. El abogado y poeta Hernando Londoño Jiménez escribió: “La poesía es bálsamo cicatrizante. De unos tiernos versos de amor, caerá suavemente sobre nuestras abiertas heridas en horas de inefable sufrir”.
La poesía es una galante fiesta del espíritu, porque nos sobrepone a las congojas por tantos pesares y desdichas, con las más sentidas y elevadas palpitaciones del alma y del corazón, nos renueva la férrea tradición de una raza, que cuando ha soportado los trágicos aletazos del destino, nos enseña el decidido peregrinaje por la escala luminosa que conduce a la fe y a la esperanza, por un mundo mejor.
Declamadores como Berta Singerman, Rodrigo Correa Palacios han llenado los auditorios y continúan viviendo y seguirán viviendo con nosotros por siempre jamás. Incluyo en este Volumen 1 a los poetas de este mi querido pueblo Copacabana.
Versos bien rimados con una perfección artística subliman las penas más amargas y hasta las endulzan. ¿Qué más duro que la muerte? Destructora de la dulzura, aniquiladora de los palacios, constructora de tumbas. Así la llaman en las Mil y Una Noches.
Traigo a colación al poeta vallecaucano Ricardo Nieto su poema Sicut Navis (Como Las Naves): “Señor, hoy o mañana… mi barco está ya listo/ solo espero tu orden para poder zarpar;/ las gentes del contorno atónitas me han visto/ cogiendo de las playas las redes y las velas tendidas a secar/. Y termina diciendo: Azul el mar tranquilo, azul también el cielo;/ la lona empieza a inflarse con un leve rumor…/ Señor cuando tu quieras, agitaré el pañuelo/ a los que deja el barco/ sobre la playa negra del mal y del dolor!/ Baudelaire comparaba a los poetas como los faros arden en el seno de las tinieblas, pero iluminan nuestra ruta. De Porfirio Barba Jacob en “Canción Innominada”: “A la bronca de la noche entenebrida/ Rozó mi frente, conmovió mi vida/ y en vastos huracanes se rompió/ ¡Iba mi esquife azul a la aventura!/!Compensé mi dolor con mi locura,/ y nadie ha sido más feliz que yo.
Con la poesía se abren o cierran heridas del corazón, también aguza muchos sentidos y nos dejan incógnitas como el maestro Guillermo Valencia, cuando interroga bellamente nos pone a pensar con sus famoso verso “Anarkos” “¿Quién me dirá si un huevo/ es de torcaza o víbora?/ la mente no sabe leer lo que en el tiempo asoma/ El hombre como el huevo/ en nido de dolor será serpiente!/ ¡en nidos de piedad será paloma/
El tiempo es el mejor autor, trabaja no para producir versos, sino para borrar los que no valen la pena.
Queridos nietos Valeria, Sofía, Daniel y los descendientes por llegar, si algún día me llegan a leer, sentirán que la poesía produce el poder de llevarle al mundo la medicina del alma, si no fuera por ella, la vida sería más triste y menos placentero el universo. Ella nos redime de las horas de sufrimiento y apacigua nuestras tormentas del corazón.
JESÚS RESTREPO M.