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Reseña

La frase "si ven a alguien vivo díganle lo mismo", la dejó marcada. Jenny no se imaginaba ver muertos a sus compañeros, aquellos con los que había compartido parte de su vida. Los tenientes habían muerto y varios de sus compañeros habían caído junto a ellos. Jenny y Maritza corrieron como nunca lo habían hecho. No les importaba nada. "Pero esta imagen nunca se me va a borrar de la mente: en medio de la carrera que echamos, Yuli, una de nuestras compañeras más pequeñas, de tan sólo ocho anitos, venía acercándose con el brazo destruido y suplicando que no la dejaran morir. Pero ni siquiera alcanzó a terminar de pronunciar estas palabras cuando un hijueputa de esos guerrilleros le dio un tiro por la espalda. Maritza y yo nos quedamos paralizadas; de la carrera que traíamos ya no quedaba nada, sólo el mero agite de la respiración. Pensé, entonces, que me había llegado el momento. Fueron esos los segundos más largos de mi vida. Sólo podía pensar en mi mamá, en cómo estaría, en si ya se habría enterado de lo que estaba pasando, pues en pueblo chiquito todo se sabe"

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