A veces llegan cartas
Autor: | Mejía Sarmiento, Tito César |
En la población de Santo Tomás de Villanueva nació un niño a quien bautizaron sus padres con el nombre de Tito César Mejía Sarmiento.
Su vida hubiese transcurrido como la de todos los niños de la Región Caribe, si no hubiera sido por la enfermedad que padeció cuando pequeño: tifus (tifo). Y digo “si no hubiera sido”, porque esta enfermedad lo marcó de por vida de modo que cambió su nombre de pila por el de “El loco Tito”. Su insania, llevada a cuestas durante más de cincuenta años de vida,
se convirtió en motor de su devenir cultural. Fue así como se diplomó
en la Universidad del Atlántico en Filología e Idiomas, logrando además profesionalizarse como Locutor en la Academia Arco de Bogotá. Laboró
en las emisoras Radio Reloj, Radio Piloto, Olímpica (A.M. y F.M.), Colmundo, Tropicana Estéreo de Caracol. Presentador durante 13 años del festival de orquestas en el carnaval de Barranquilla. Giró entonces
su vida en torno a estas dos actividades: la docencia y la locución. Sin embargo, en su interior, tal vez producto de las secuelas del tifus, comenzó a brotar el imaginario mundo de la poesía que como parto prematuro regurgitaba afanosamente en su mente. Hoy, puedo decir que hay
un maravilloso poeta en este orate que ha publicado obras como: El ojo ciego del planeta, Visionarios, La suma de las noches, Crónica de los días, Nelson, para todos, para siempre, Confesión anclada en la soledad
de mi alcoba y otras más. Tito es profesor de tiempo completo
en el Instituto Técnico Nacional de Comercio, donde creó el concurso nacional de poesía estudiantil Instenalco, el cual este año 2011, llega
a su sexta versión. Por tanto, no es extraño que él ahora nos sorprenda con un hermoso epistolario titulado “A veces llegan cartas”, parodiando
la famosa canción de Raphael, cantante español, en el que recrea
por medio de misivas que se cruzan desde puntos muy distantes
del universo, los hermanos Tito y Nelson Mejía Sarmiento, el sentido
de ir allende de lo natural tanto en el conocimiento como en la vida
de una persona, alma e inmortalidad. Adquiere esta obra, entonces,
un carácter de finalidad que ha de cumplirse como "lo más importante", "lo esencial", por lo que se convierte en el fundamento de la acción
y el sentido de todo lo que se hace.
Queda esta nueva obra a disposición del público que crea
en la trascendencia de los seres que a pesar de su muerte
son recordados por su ejemplo de vida y que seguramente después
de transmigrar sus almas han reencarnado o sufrido un renacimiento
en lontananza y desde allí siguen oteando el futuro de sus allegados.
Tito, no olvides que de músico, poeta y loco todos tenemos un poco.