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ISBN 978-958-44-8739-1

Nuestra Señora de Torcoroma
300 años de tradición mariana

Autor:Avendaño Guevara, Edwin Leonardo
Editorial:Avendaño Guevara, Edwin Leonardo
Materia:200 - Religión
Publicado:2011-06-07
Número de edición:1
Número de páginas:431
Tamaño:32x26cm.
Precio:$500.000
Encuadernación:Cosido al caballete
Soporte:Impreso
Idioma:Español / Castellano

Reseña

EL LIBRO DE LA VIRGEN DE TORCOROMA

La historiografía torcoromana, motivo central de esta obra, se inicia, de acuerdo a la documentación que hemos consultado, a partir de 1739, cuando el alférez de infantería veterana Nicolás de Rosa culmina su libro Floresta de la iglesia catedral de Santa Marta, cuyo capítulo VI hace referencia a la “Parroquia de la ciudad de Ocaña y Nueva Madrid”. Allí, el cronista recoge aquella famosa anécdota sobre el derrame de los santos óleos en la casona donde hoy se levanta la iglesia urbana de la Virgen de Torcoroma, sobre la calle real, carrera 11 esquina.
La primera edición de la Floresta de Santa Marta fue publicada en 1742, es decir, 32 años después de ocurrir el milagro de la aparición y 32 antes del primer informe oficial (1774) rendido por el “cura rector beneficiado de Ocaña”, Agustín Francisco del Rincón, ante el Concilio reunido en Santafé, y cuyo notario fuera el sabio José Celestino Mutis.
Como es de conocimiento general, la imagen de Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma apareció en la montaña que lleva su nombre a unos humildes labradores de aquellos parajes. La fecha exacta del portento, pese a que existen tres documentos coloniales que lo registran, no ha podido determinarse con rigurosidad debido a las contradicciones que existen en ellos y porque “en vista de que en los archivos de esta ciudad, ni poder de otra persona, no se han hallado papeles algunos conducentes al asunto”, como señala el doctor Agustín Francisco del Rincón en el primer informe oficial remitido a Santafé que bajo el título de Auténtica información sobre la formación, figura y milagros de Ntra. Sra. María Stma. Titulada de Torcoroma, que se venera en Ocaña, desde el año de 11”, se encuentra en el Archivo del Palacio Arzobispal de Bogotá, y que fuera reproducido en su totalidad en la revista Hacaritama Nº 90 de julio de 1942.
Como dato fidedigno, Del Rincón indica que la festividad que se celebraba ya en 1774 en honor a la Torcoroma tenía lugar “todos los años en la octava de Ntra. Sra. que es el quince de diciembre, su festividad muy solemne, por sus devotos que le piden con vísperas, Misa y sermón”.
El tercer documento colonial sobre la Torcoroma, corresponde al presbítero Joaquín Gómez Farelo, distinguido clérigo que estuvo estrechamente vinculado a la revolución de los comuneros de Ocaña, en 1781. Gómez Farelo publicó en 1805 una completa noticia Sobre la aparición de Nuestra Señora de Torcoroma donde ya se indica una fecha concreta. Dice el clérigo que “…he podido adquirir algunos papeles a fuerza de mil diligencias escritos en aquel tiempo de este milagroso aparecimiento que dicen así: “Por los años de mil setecientos diez. Habiendo un vecino de esta ciudad de Ocaña que tenía una corta hacienda de caña en el pie o Valle de los montes de Torcoroma a la parte del Poniente llamado Christobal Melo casado con Pascuala Rodríguez de quien tuvieron dos hijos Joseph, y Felipe de buena, y cincera (sic) vida…”.
Si en el primer documento del padre Del Rincón se afirma que la aparición fue en 1711 (tal es el título del documento) y en el segundo de Gómez Farelo se habla de 1710, se supondría que cotejando las declaraciones de los testigos que citan ambos sacerdotes la polémica podría dilucidarse. Sin embargo, los testimonios apuntan a los dos años: 1711 y 1710, quedando, pues, la incertidumbre en cuanto a la fecha exacta del milagro que esperamos pueda llegar a aclarase convenientemente en los archivos de la capital de la República aún vírgenes en cuanto a muchos sucesos ocurridos en Ocaña y la región desde los tiempos coloniales.
Desde hace ya unos años, los historiadores monseñor Leonel A. Pineda Guerrero y el presbítero Edwin Avendaño Guevara han venido, no sólo insistiendo junto con la Academia de Historia de Ocaña en rendir un justiciero tributo a la Madre de Dios en su advocación de Torcoroma, en sus 300 años de aparición, sino en compilar los documentos y toda la historiografía de que se dispone hasta el momento sobre el acontecimiento.
Con regocijo supimos, hace cerca de tres años, que el padre Edwin Avendaño estaba trabajando ya en este caso y que igual lo hacía monseñor Pineda Guerrero, ambos fervientes torcoromanos, no de “misa y olla”, sino de inquebrantable vocación mariana como nos consta personalmente.
El padre Edwin ha terminado, gracias a Dios, su profuso ensayo sobre la Virgen de Torcoroma, que ha titulado Nuestra Señora de Torcoroma, 300 años de tradición mariana, donde recoge, para los fieles devotos y la historia eclesiástica de Colombia, el acervo historiográfico de la Virgen morena formado por los documentos coloniales, los registros bibliográficos de ilustres historiadores nativos y representantes de la iglesia particular de Ocaña, decretos y otros escritos oficiales de la jerarquía eclesiástica, las visitas de la imagen a varias ciudades del país, el aspecto torcoromano y el patrimonio cultural, el insuceso del secuestro de la imagen, las peregrinaciones memorables, construcción de la capilla, las ofrendas líricas de los poetas, la Novena a la Torcoroma y los sucesos ocurridos con motivo del proyecto de la basílica que tanta controversia suscitó y sobre la cual se llevó a cabo una censurable campaña de desinformación desde algún medio de comunicación de Ocaña.
Escribir este tipo de ensayos, no es fácil. Ante todo, ha de tenerse muy en cuenta que en Colombia los historiadores no han sido ni justos ni objetivos con relación a nuestra evolución como ciudad y como región. En muchas ocasiones, se ha recurrido a estructurar artículos o reseñas sin recurrir a las fuentes primaras de la investigación y, en otras, estas son interpretadas a la ligera. Por ello, nos complace mucho que el académico padre Edwin Avendaño Guevara, cuyo recorrido por las letras norteñas ha sido exitoso y serio, le regale al pueblo de la región de Ocaña, al Norte de Santander y al país esta obra escrita con dedicación y amor por la Señora. Ello requirió un gran esfuerzo y muchos desvelos, como acontece con quienes en este país se han dedicado a la investigación histórica, a la cultura, sin apoyo oficial y sin recursos económicos.
El padre Edwin Leonardo Avendaño Guevara, miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, de la Academia de historia de Ocaña, de la Academia de Historia del Táchira (Venezuela), y miembro del centro de Historia de Convención, no aparece en la escena de la historiografía de Norte de Santander por vez primera. Le conocimos desde que era apenas un estudiante de la carrera eclesiástica y luego seguimos con interés y afecto sus publicaciones que, iniciadas con José María Estévez Ruiz de Cote, Pastor, prócer, educador, legislador y fundador de esperanzas, sería el punto de partida para la Historia eclesiástica de san José de Convención; Mariofanía, fenómeno universal; Monumentos, esculturas, bustos, medallones y placas conmemorativas de San José de Cúcuta; Poemario convencionista y artículos sobre nuestra historia nortesantandereana y regional, publicados en las revistas Gaceta Histórica y Hacaritama, entre otros publicaciones periódicas.
El minucioso trabajo que nos permitimos presentar a los lectores es de un incalculable valor documental, religioso y humano. A través de él discurre la historia de nuestro máximo símbolo religioso: la Virgen de Torcoroma. Y con ella, buena parte de la espiritualidad de nuestras gentes que han buscado en su tradicional vocación mariana consuelo para la angustia y paz en medio de las tribulaciones propias de esta era convulsa y violenta, donde los efluvios que emanan de la portentosa fuente del Agua de la Virgen siguen calmando la sed eterna del hombre.
No importa aquí que en 2010 o en 2011, exactamente, se cumplan los 300 años de la aparición de la Señora de Torcoroma, aunque el debate queda abierto para los expertos en la historia. No es vital que sepamos si fue el 15 o el 16 de agosto que se produjo el milagro. Lo fundamental, es que la Torcoroma sí apareció a modestos campesinos hace 300 años y que, con relación a otras advocaciones marianas de Colombia, sus milagros tienen tal vez la mayor documentación con que cuenta la historia eclesiástica desde que fray Pedro de Tobar publicara en Madrid, en 1735, la Verdadera histórica relación del origen, manifestación y prodigiosa renovación por si misma y milagros de la imagen de la Sacratísima Virgen María, Madre de Dios, Nuestra señora del Rosario.
Para la Academia de Historia de Ocaña, Nuestra Señora de Torcoroma, 300 años de tradición mariana, es una obra valiosa que contribuye eficazmente a la divulgación del mensaje mariano en nuestra patria, incrementado, de paso, la bibliografía eclesiástica que con tanto celo cultivaron en la región de Ocaña monseñor Manuel Benjamín Pacheco y los presbíteros Francisco C. Angarita, Antonio Courvel Núñez, Alfredo Sánchez Fajardo, monseñor Estanislao Salazar Mora, monseñor José Francisco Rodríguez, el padre Juan Manuel Pacheco Ceballos, S.J., entre otros, y que ahora siguen devotamente monseñor Leonel Antonio Pineda Guerrero, los presbíteros Tulio Grimaldo Sánchez, Carlos Durán Hernández y el autor de este libro.
Cerremos estas breves notas, con un fragmento del Romance milagroso de nuestra Señora la reina de Torcoroma y de los santandereanos, escrito por el historiador Luis Reyes Rojas en 1943 y leído en el entonces Centro de Historia de Santander en 1946:
“Empero, bueno es decir muy claro que la piedad santandereana no necesita de documentos para creer en la que proclama como Señora y Reina suya y tampoco para amarla.
Porque tiene fundamentos berroqueños su fe; se asienta en los constantes testimonios de su amor infinito y de sus bondades inagotables.
Y de esta manera, sobre el polvo de las generaciones santandereanas que fueron, otras y otras, se han levantado, escabel de las que van a venir, para hacer guardia de honor en torno al trono de la Señora, síntesis del idealismo de su raza cordial”.
Luis Eduardo Páez García
Presidente de la Academia de Historia de Ocaña

Ocaña, 13 de septiembre de 2010

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