Reseña

A través de varios años, especialmente de noche, cuando nada descansa, ni el cuerpo ni el espíritu, fui escribiendo algunos textos: unos más largos, otros más reducidos; algunos quedaron en simples apuntes, o sencillas notas. No importa: fui escribiéndolos. Goteaban sobre la página. Y fueron ensanchándose. A la par, la lectura me producía escritura. Pues leía con lápiz, como aconsejaba Voltaire. Y así se cumplía el designio. Muchos de esos textos, no todos, conforman este libro.
Debo señalar que varios de esos escritos se perdieron. Culpables: el fuego, los ortópteros que no saben de literatura, la mano que no ordena, el olvido. Y ya no hubo forma de recuperarlos. Otros, resistieron en una caja de cartón, en fólderes con algo de polvo, doblados en algunos libros o en ciertas revistas, especialmente las de mayor tamaño. Algunos de los más extensos fueron publicados en suplementos literarios de El Espectador, El Heraldo, El Colombiano, El Universal, en Lecturas Dominicales de El Tiempo, en alguna revista mexicana. Otros, la mayoría, permanecían inéditos hasta este instante.
No están todos los que son. A muchos de los autores que he leído, y me han gustado y me siguen gustando, no les escribí nota alguna. ¿Razón? No sé. Quizá un problema de tiempo o un mal entrevero de las circunstancias. O, tal vez, algún intrincado laberinto de la sicología personal. Sin embargo, los llevo conmigo, sin duda. No están en la escritura, pero están en mi corazón. Y esperan, pacientes y dudosos, otro volumen.
Algo tenía claro desde el principio: no quería sentar cátedra acerca de nada, y todo lo escribiría con un lenguaje accesible. Quería dejar constancia de una lectura, y, quizá, estimular a otros a continuar el acercamiento con los libros o con los textos escritos. Y establecer un testimonio que tuviera algo de juego o de informalidad, y permitiera la sonrisa, el brote de felicidad, el deseo de buscar y abrir el libro que se comenta, o detectar la reseña o el fragmento del pensamiento que se señala.
Recordando sin ningún orden, encontraremos textos y notas de diverso espesor acerca de obras de Gastón Baquero, Heinrich Böll, Gesualdo Bufalino, J.L. Borges, Albert Camus, Truman Capote, Raymond Carver, L. Durrell, Rogelio Echavarría, Francisco Umbral, Germán Espinosa, Manuel Cofiño, René Descartes, J. M. Coetzee, Guillermo Cabrera Infante, José Félix Fuenmayor, Vicente Gerbasi, Juan Gossaín, Germán Pardo García, Jack London, Derek Walcott, William Faulkner, James Joyce, José Hierro, Milan Kundera, William Ospina, Eugenio Montejo, Álvaro Mutis, Marqués de Sade, Gabriel García Márquez, Yasunari Kawabata, Graham Greene, Juan Carlos Onetti, Elías Canetti, Voltaire, Luis Rafael Sánchez, Francisco de Quevedo, Wislawa Zsymborska, Octavio Paz, Juan Gustavo Cobo Borda, Isaac B. Singer, Fernando Vallejo, Oé Kenzaburo, Mario Vargas Llosa, Manuel Zapata Olivella y Luis Vidales, y otros valiosos escritores. También se hallan apuntes, viñetas, reflexiones, notículas, prologuillos, e interrogantes sobre la literatura montuna o la creación poética, entre otros.
Caminemos, pues, hacia la primera página. O en palabras de Bioy Casares, incluidas al final de su prólogo a La trama celeste: “Ahora basta. El autor se aleja, como fatalmente ha de suceder, y el libro enfrenta su destino” . Bien, yo me retiro de este prólogo incompleto. Entre usted.