Reseña

Esteban no es bueno con las manualidades, casi siempre, sus manos juegan a la emancipación de ese cuerpo de ex-beisbolista venido a profesor.Aunque, en honor a la verdad, habría que decir que esas manos revoletean armónicas en la cocina como en su
elemento –yo pienso que es producto de la herencia genética, “Josefina’s child”–, poco a poco van dando forma, sabor y textura al encuentro de los alimentos con el ajo, la cebolla, la leche de coco y las especias del Caribe. Y, sin embargo, cuando se trata de lidiar con el lápiz, esas mismas manos hacen alianza con las letras, las echan a volar en el papel, y las palabras semejan el movimiento de las olas en su playa de Crespo… ininteligibles. Afortunadamente, la tecnología salvó a la poesía que habita en él y sus manos se dejan hacer en el
teclado. Dubitativas van saltando por los niveles, creando uniones, dibujando señas y la caverna se ilumina en la pantalla; paso a paso –¿mano a mano?– como en la cocina, Esteban va tejiendo el hilo de la memoria y nos revela su experiencia íntima del devenir ser. Este libro de poemas nos lleva de la mano a través de los caminos recorridos por el hombre que salió muy joven del Caribe y ahora anda liando los hilos del recuerdo en cada verso porque –al igual que Odiseo– en el retorno a casa, “Vuelvo a mis calles y no hallo
regreso”.
Aleyda Gutiérrez Mavesoy