Reseña

Sin malabarismos, Olga Malaver se asoma a través de su poesía, que irrumpe en el silencio y obliga a afinar el ojo-oído para gozar siquiera de sus sugerencias sinestésicas. En este libro hay muchos sueños, vigilias, secretos, traslaciones y rotaciones, estampadas a pesar del rechazo y en lucha continua con la lengua. Escuchemos, pues, la voz que ondula, trémula y cadenciosa, hasta llegar sin simulacros. Henry Benjumea Yepes. De el mismo poema una singular lucidez de observación, donde el punto de vista está determinado por los propios hallazgos expresivos de Olga Malaver y por los argumentos que lo circunscriben: "Esta mota de polvo es lo único que me queda / por eso no deseo ni la radio ni la tele ni el periódico / yo quiero mantener mi ilusión / a medias, / esa que alcanza a mostrarme / los engaños: / el cine, el teatro? / el poema?" Guillermo Linero Montes. De Esa sustancia tenue La levedad de que están dotados no busca afirmación, simplemente se posa allí donde Olga Malaver detiene su mirada y el resultado es un discernir apacible, libre de locuacidad, lleno de agudeza y profundidad y con el tratamiento respetuoso del que sabe con certeza que la palabra es el único respaldo. Fernando Linero Montes. De Mudanza a sentidos nuevos. En los versos de Olga Malaver descubrimos una punzante indagación en aquello que más intensamente nos constituye, esa incomodidad primordial que asalta al poeta y -al mismo tiempo- descubrimos una profunda conciencia de la necesidad del canto para dar cuenta de esa insatisfacción que está allí, ofreciéndole un nuevo camino al hombre que no quiere mirar de forma única el mundo y sus contradictorias y huidizas esencias. Juan Felipe Robledo. De Entre dos luces. Imagínense una cazadora de ojos, alguien que lo que persigue es mirar, como ocurre en la sinestesia, con todos los sentidos. Ver con los oídos. Mirar con el tacto. Escuchar con los ojos. Eso que, en un orden distinto al de la poesía, podría parecer una suerte de locura, en Olga Malaver es un deseo de la misma estirpe de la ambición que ya preconizaba Rimbaud a través del "desajuste de los sentidos". Juan Manuel Roca De He perseguido mis ojos. Olga Malaver descifra el mundo a través de los objetos; les otorga sensibilidad y los reconoce en su propio descubrimiento, de sí misma, en el estado en que ambos, sujeto y objeto se comunican. Las cualidades sensibles de la cosa son captadas por la acción poética, no para recuperar el paraíso perdido, para lamentarse del exilio primigenio, sino para recuperar el dominio sobre las cosas que constituyen y determinan su horizonte existencial.